“Blondi”, la primera película como directora y actriz de Dolores Fonzi

BAJADA

Blondi se levanta sobresaltada y cae en la cuenta, de inmediato: está llegando tarde al trabajo. Se pone la ropa a toda velocidad, baja las escaleras de la casa y sube a su auto, que hará las veces de remis de un grupo de jóvenes que la acompañarán en las faenas laborales de esa jornada: encuestar a los vecinos de un barrio fuera de la ciudad, en el conurbano, General Paz, su ruta. Blondi ya pasó la barrera de los treinta años, tiene un hijo que acaba de dejar atrás la adolescencia y una familia con la cual mantiene una relación tierna y tensa, todo eso junto y enrevesado. En particular con su hermana mayor, que parece una antítesis casi perfecta de ella, en varios sentidos. La ópera prima de Dolores Fonzi, el debut detrás de las cámaras, incluye asimismo su indispensable presencia delante de ella, y comienza con un plano secuencia elegante pero nada ostentoso, demostración de que los intereses formales no van a la zaga de aquello que quiere narrarse. Blondi (así, sin la “e” final de la célebre banda neoyorquina) tuvo su estreno hace poco más de un mes en la Competencia Internacional del Bafici, y desde este jueves podrá verse en las salas de cine del país antes de un lanzamiento en la plataforma Prime Video de Amazon. Es la historia de una mujer adulta que no ha dejado atrás ciertos comportamientos usualmente asociados a la primera juventud, la madre “soltera” de un hijo que tuvo a los quince años y con el cual mantiene una relación tan cercana que sólo puede compararse con la de una amistad íntima. “¿Por qué me decís así: Mamá?”, le preguntará algo angustiada Blondi a Mirko cerca del final, cuando una inesperada novedad la ubica, por primera vez en la vida, lejos de él. Con un relato que bien podría haber descarrilado hacia la banquina del costumbrismo o chocado de frente con el psicologismo lacrimógeno, Fonzi construye una comedia inteligente sobre el crecimiento y la maduración, la maternidad como un estado permanente y la familia como vórtice de amores y conflictos. Una comedia con estupendo timing, mucho porro y una banda de sonido que hace un uso particular del famoso disco debut de The Velvet Underground. Acompañada por Toto Rovito en el rol de Mirko y de los experimentados Carla Peterson, Rita Cortese y Leonardo Sbaraglia, Fonzi se lanza a la carrera de cineasta con una película que es, al mismo tiempo, personal y absolutamente universal.

“Hay una novela que me regaló Santiago Mitre y en ella había una imagen que me gustó mucho: la de una madre sola con su hijo. Esa imagen puntual fue la que me llevó a trabajar ese vínculo. Y como no le puedo escapar a lo que me gusta, todo viró hacia la comedia. Ese fue el germen de Blondi”. Dolores Fonzi recuerda y conversa mientras intenta que su gata no tire al piso las cosas que hay apoyadas en el escritorio, sobre todo la lámpara. Falta todavía una semana para el estreno y está en esos días previos donde todo se reduce a entrevistas, sesiones de fotos y un poco de ansiedad. Pero se la ve relajada. Tanto como cuando filmó la película, una primera vez alejada de miedos e incertidumbres. “Empezamos a escribir el guion en 2017, pero todo fue cambiando, mutando. Las opiniones de los productores, de los amigos, fueron muy importantes, hasta que llegamos a esto que la película es ahora”. La tentación de la pregunta es grande, pero la respuesta es la esperable: no hay nada autobiográfico en Blondi. “Al mismo tiempo, hay algo que siempre estuvo muy a la mano, que es la cantidad de mujeres que conozco que tienen padres ausentes, en todo sentido. Ese sistema que apaña al hombre en cuanto a las responsabilidades de la crianza y cómo las mujeres suelen estar solas con eso. La autorreferencia tiene que ver, en todo caso, con esas cuestiones: ver a un montón de amigas –cercanas y no tanto, incluso las madres del colegio– que conforman ese noventa y pico por ciento de personas a cargo de sus hijos e hijas. Son muy pocos los hombres que estarían en el lugar de Blondi”. A pesar de ello, a pesar de que Blondi está protagonizada por mujeres y de que la red que la contiene está integrada por mujeres-en particular su madre, encarnada por Rita Cortese-, “si pusieses un hombre en el lugar central de la película, un padre con una hija, más un abuelo y un hermano, también funcionaría. Por eso pienso que es una película empática, en el sentido de que podés identificarte seas quien seas. Creo que Blondi es un film feminista, de alguna manera, porque muestra a mujeres que viven su vida sin seguir demasiado los mandatos de la sociedad, con cierta libertad, pero también lo es porque el protagonista podría ser un hombre. Y eso es el feminismo, ¿no? Poner en igualdad los vínculos, los derechos, los beneficios. Cualquiera puede ser Blondi: vos, yo, el público”.

TODAS LAS FIESTAS DE MAÑANA

Bondi fuma (marihuana) todo el tiempo, sola o acompañada. Cigarrillos armados, pipa de agua, puertas adentro o en el exterior. Pero siempre fuma de su propia y pequeña cosecha del balcón. Cuando Mirko la lleva a comprar faso por primera vez, así prueba algo diferente, su primera reacción es decirle al vendedor que eso que hace es ilegal. Es que Blondi es un espíritu libre, “pero también juzga a la gente. A su hermana, al pibe que vende porro. Tiene una mirada un poco conserva que la hace más cercana. Es muy difícil imaginar qué espera la gente de una película mía. Tal vez que baje línea sobre ciertos temas. Pero la verdad es que creo que logramos un equilibrio, que se hable de muchas cosas sin imponer ideas. Y logramos reírnos de todo eso. Digo logramos porque creo que el cine es un acto absolutamente colectivo”. La casa de Blondi y Mirko es un poco enquilombada, pero no parece estar en crisis. El espacio es chico (madre e hijo suelen dormir en la misma cama) pero el corazón es grande. Cuando hay fiesta por la noche, a la mañana siguiente el living parece una instalación de cuerpos durmientes y botellas de cerveza. “¿Hay algún adulto ahí adentro?”, le espeta una madre preocupada a Blondi, que se levanta con el timbre de casa y no sabe qué responder ante la pregunta de si una amiga de su hijo se quedó a dormir. A pesar de todo, ella no es un desastre: cumple con su trabajo, está presente cuando se la necesita, maneja con cuidado. Claro que a veces se olvida de prender el horno y el bizcochuelo no pasa del estadio de masa amorfa. En el cumpleaños de su hermana (Carla Peterson), durante los primeros minutos de película, se transparentan algunos de los conflictos centrales del clan, ante la mirada y actitud un poco lejana de su marido (Leonardo Sbaraglia), su madre (Rita Cortese), Blondi y Mirko. También algunas de las insatisfacciones de esa mujer que, cuando llega la partida para iniciar el festejo, ya lleva una hora encerrada en el baño. Unos días más tarde se irá de casa, desaparecerá de repente, sin previo aviso ni notificación de destino. Nuevamente, como otras tantas veces, es Blondi quien se hace cargo de sus sobrinas. Esa tía libre, ligera y desprejuiciada que, a diferencia de la madre, mucho más cercana en apariencia al estereotipo tradicional de la mujer casada y profesional, no se toma el palo. Blondi, la película, tampoco la juzga, aunque Blondi, el personaje, sí lo hace. Al menos durante un tiempo.

La carrera de Dolores Fonzi es extensa y diversa, como lo confirma una revisión de su filmografía, desde aquellos pequeños papeles en films como Esperando al mesías y Plata quemada al reciente coprotagónico de Las fiestas (y antes de eso su paso juvenil por la serie La nena y la tira Verano del 98). Como actriz experimentada, la cámara de cine es un elemento cotidiano desde hace más de dos décadas. Pero, ¿qué pasa cuando hay que dar unos pasos y ponerse del otro del lente? “Yo la pasé bomba, me encantó”, afirma la directora, sin dudarlo. “Fue una experiencia muy feliz y estoy muy agradecida. Creo que no es lo mismo actuar y dirigir que ser un director a secas. Conozco a muchos directores y sé lo maníaco que puede llegar a ser alguien que dirige. Pero para mí fue una inmensa alegría filmar, tener a toda esa gente al lado mío. Al mismo tiempo, fue como un curso intensivo de escuelita de cine, porque hice muchas películas como actriz pero nunca había transitado todos los pasos creativos. Me refiero a la escritura del guion, la búsqueda de locaciones, la edición. Disfruté mucho cada momento. Tal vez el guion es lo que menos disfruté, porque enfrentarte al papel, a esa nada delante tuyo, es muy heavy. Pero al ser una película chiquita y al tener a mi lado para la escritura a Laura Paredes, una amiga, no dejó de ser un proceso simpático. Creo que la gran diferencia es dirigir desde la actuación: estando en la escena marcás el tono de la actuación. Es como ver el material desde adentro”.

foto de nora lezano

Fonzi se autoproclama cinéfila. Dice que ve cine todo el tiempo, que le encanta ver películas. “Sabía desde un primer momento que no quería que Blondi fuera un típico ejemplo de película de plano/contraplano. Para eso prefería no hacerla. Tuve algunas ideas que después tuve que cortar, pero el concepto de los planos largos, los planos-secuencia, los tuve siempre presentes. Así arranca la historia, con un plano-secuencia adentro del departamento. Una cosa medio de cabeza dura. Fueron varios los que me dijeron ‘pero, ¿por qué?’ ¿Y por qué no? Me gusta entrar en una película y sentir que te están recibiendo. Jugar con la cámara es muy divertido y hermoso. No se trata de copiar a otros, pero la influencia está. Lo que llamo plano Malick, por ejemplo. Cuando ella se sube al auto y les habla a los pibes con los que trabaja. Eso es un plano Malick. Es poner en práctica lo que ves todo el tiempo en las películas que te gustan”.

SERÉ TU ESPEJO

Blondi se sube otra vez al auto y suena “Sunday Morning”, el primer tema del lado A del legendario álbum The Velvet Underground & Nico. A lo largo de los 90 minutos de metraje, se escuchan al menos la mitad de las canciones del disco de la banana warholiana y “All Tomorrow's Parties” tiene no una sino dos entradas fulgurantes. “No fue tan caro como pensábamos en un primer momento”, se ríe Fonzi. “Igual tuvimos que sacar algunos, porque todo el disco no se podía. Lo que pasó con eso fue raro. La idea original era usar “Sunday Morning” y el tema de Blondie “Maria” al final. Ya intentar conseguir esos dos temas sonaba algo pretencioso. Si hubiese sabido que podía meter el disco entero lo usaba. La idea estaba: ella ponía el cd en el auto, el disco se trababa y sólo podía escuchar eso hasta el final, cuando se destraba y puede poner el de Blondie. Por eso no filmamos ninguna escena en la cual el personaje canta las canciones, porque no sabíamos si íbamos a conseguir los derechos. El disco de Velvet es emblemático en mi vida. Bah, en la vida de mucha gente. Pero en mi caso, desde los diecinueve a los veintipico, todo lo que es Lou Reed representa un momento en mi vida muy importante. En edición nos dimos cuenta de que los temas quedaban bien, incluso más o menos en el orden en el que están en el disco. A Amazon le gustó tanto la película que dio el empujón final para conseguir los derechos”. Fonzi recuerda que en medio del proceso de montaje vio Aftersun, la película de Charlotte Wells que se transformó en un no tan pequeño éxito del cine independiente en la cartelera porteña. “Volví a Blondi y le saqué casi toda la música incidental. De cinco pistas dejé una, solamente el bajo. Fueron ajustes inspirados por esa película”.

El premio a la Mejor Actuación de la Competencia Internacional en el último Bafici fue otorgado, sin distinción de nombres, a todo el reparto de Blondi. El galardón parece justo, ya que el corazón de la película late en la interacción entre los diversos personajes, en los diálogos naturales y en los pasos de comedia que nunca se sienten forzados o “insertados”. Para la directora, nunca hubo dudas de que Peterson y Cortese eran las actrices perfectas para los personajes. “Carla apareció muy temprano y cuando pensé en Rita lo primero que me dije fue ‘cómo no se me ocurrió antes’. Lo que tiene Rita es que es una bestia, está llena de verdad. Llena de vida. Y eso la hizo ser un poco irreverente con el texto, así que cada tanto se mandaba alguna que no estaba planeada. Pero no tanto, porque no se improvisó mucho en el rodaje. Sí hubo algunos retoques de los diálogos hasta último momento, en el set, algo bastante minucioso de bajar el texto a la escena. Pero improvisaciones no. En cuanto a Leo Sbaraglia, se lo pedí como un favor. De amigo a amigo le dije, ‘si alguna vez querés dirigir, te conviene que yo te deba un favor’. Y lo hizo. En cuanto a Toto Rovito, cuando lo vi en el rodaje de Argentina, 1985, tuve la idea de que, en algún punto, él era el germen de ese padre que no existe. No tiene nada que ver conmigo: Toto es alto, físicamente distinto a mí, y me gustaba ese juego de ver en él algo ajeno a ella, a Blondi. En algún momento de la escritura del guion pensé en que Mirko fuera similar a ella, más como hermanos, pero al verlo actuar en la película de Mitre, me convencí. Y al ver la película terminada creo que estuvimos en lo correcto: es como un bebote, grandote, cándido, alguien criado con un cariño que se nota. Pero bueno, fue un rodaje amoroso, y eso te lo van a decir todos los actores”.

Blondi no es una road movie en el sentido estricto de la palabra, pero hay dos viajes que impregnan el relato de manera indeleble. Uno de ellos marca la salida a la ruta de Blondi y Mirko (otra vez Reed y Cale y Nico) en busca de la hermana (auto) perdida. El otro es iniciático y está ligado al interés de Mirko por el dibujo artístico y su deseo de darle un giro a su vida y, tal vez, independizarse. Allí es cuando la película llega a su clímax y persigue una emoción que hasta ese momento estaba contenida. Pero lo hace sin estridencias ni golpes al corazón diseñados como puñales. Y hay un final falso, un reencuentro con una anécdota del pasado que tiene la forma de una gran estatua, ahí en la Plaza República de Chile, que hace reflexionar a Fonzi. “Muchos me dijeron que terminara la película en ese momento, con esa escena, pero no me parecía bien. Ella no se ‘empodera’ sola en el final de la historia. Creo que era importante que ella demostrara que había dicho la verdad, pero también que se rodea de gente que necesita de ella. También porque ella necesita de los otros, como todos. Nadie se salva solo. Repito: el cine es un acto colectivo. Y con la película intentamos reírnos de las tragedias cotidianas, que pueden ser boludeces o no. Aparecen ciertas cosas y hay que transitarlas, y después vienen otras cosas, ¿no es cierto?”.

Contenido original de pagina12.com.ar

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