Carola Reyna sigue llenando casilleros. En un momento “de la vida” donde probar cosas nuevas es para la actriz y por primera vez productora, el auténtico motor. “Hacer un unipersonal no apareció como una necesidad, apareció Okasan: Diario de una madre. La idea de hacer este libro cuando mi amiga, Sandra, me dijo: ‘Carol, estoy leyendo una novela que me encanta y que trata sobre una madre que va a visitar al hijo al Japón’. Entonces la leí, me encantó y me enamoré”, dice la intérprete que, con seguidilla de funciones en el Picadero, saborea los resultados de un proyecto autogestivo, que dirige Paula Herrera Nóbile, produce también Sandra Durán y está basado en la novela de Mori Ponsowy.
“Hace muchos años no me gustaban tanto los unipersonales, donde los actores daban como un muestrario de todas sus habilidades. Ahora me gustan casi todos”, asume Carola, con una recepción tan positiva que habilitó una nueva tanda de funciones todo el mes de octubre.
-¿Te habían ofrecido antes un unipersonal?
-No me acordaba, pero me habían ofrecido hacer “Emily”, obra que hizo China Zorrilla hace muchísimos años, sobre una poeta muy famosa. Y no me acuerdo si se cayó antes de que yo dijera que no, pero fue la primera vez. Sí antes me parecía algo bastante improbable en mí porque me parecía difícil.
-Dijiste que hacer esta obra era cumplir varios sueños. ¿Trabajar con amigas era uno de ellos?
-Sí, uno era eso. Además es autogestión que nunca hice. Con un cuento que tenía muchas ganas de contar en este momento de mi vida. Y después de la pandemia y la muerte de mi madre, y ciertos hechos que me pusieron muy por delante la finitud de la vida, se me hizo muy importante cumplir con ciertas cosas que habían quedado en el tintero.
-Este “viaje” es, de alguna manera, un homenaje a las madres y vos tenés muy presente a la tuya.
-Lamento mucho que mi mamá no vea esta obra porque le hubiera fascinado. Habla mucho de la vida, de la maternidad, de ser hija y ser madre, pero siento que de alguna manera está totalmente presente y la obra también la trae. Brilla por su ausencia y su ausencia también es brillo y acompaña.
-Además es una temática que vos tenés muy trabajada por tu propia historia con tu hijo que se instaló en el exterior. ¿En qué se transformó ese vínculo con él?
-Tengo un vínculo hermoso con mi hijo. Hay cosas que se pierden, obviamente, la cotidianeidad. Pero el lazo, el amor, la conexión la siento cada vez más fuerte.
Hay épocas en las que yo, apenas se fue, aunque sea disimuladamente, todo el tiempo estaba tratando de averiguar si se iba a quedar o no. Y son cosas que subyacen y aunque crea que no se notan, se notan. Ahora no estoy pensando si mi hijo vuelve a la Argentina, esta es nuestra realidad. Y estoy muy conectada con su felicidad porque lo escucho y lo siento bárbaro. Él vive en Madrid, pero trabaja en varios lugares de España porque hace producción de cine y series.
Estamos los dos en un muy buen momento y eso nos hace a los dos mucho bien. Concretando cosas personales, de trabajo, bien amorosamente. En un buen momento de la distancia física.
-Y hablando de viajes, pero de los internos. ¿Sos de trabajarte mucho para adentro?
-Sí, soy bastante exploradora. Soy muy sensible y tengo a veces la sensibilidad muy a la mano. Pero, más allá de eso, intento estar cada vez más consciente de quién soy y aceptarme. Ver la cantidad de cosas enormes que tengo que trabajar, pero en un momento abrazarse. Siempre se trata de tratar de aliviar la herida con la que todos venimos y todos estamos todo el tiempo tocando momentos de disfrute. Estoy en un momento de mucha consciencia del agradecimiento.
Esta obra además nos dio una sorpresa. Porque no la hicimos para triunfar, lo hicimos porque era un gusto que nos queríamos dar y no especulamos ni un poco. Entonces fue una sorpresota.
-Vino de yapa…
-Totalmente. Y no me tiro abajo, cero. Simplemente para mí era ya un logro hacerla, producirla, actuarla. Que alguien venga. Se empezó a llenar y, por suerte, fue un año en el que el teatro anduvo muy bien en general.
-Linkeando con los viajes transformadores, ¿Cuál fue tu última aventura en un viaje personal?
-El último viaje que recuerdo transformador y revelador fue el que hicimos con Boy (Olmi) en Motorhome, cuando nos fuimos a Mendoza, en diciembre de 2021. No sé por qué llamó mucho la atención, pero para mí fue como hacer un unipersonal. Un deseo que tenía hace unos años y después de la muerte de mi mamá y luego de la pandemia fue: es ahora. Probémoslo haciéndolo. Y fue muy revelador, una libertad… la casita rodante fue una sensación espectacular. Boy está muy contento con lo que me está pasando y en toda la previa también acompañó desde un lugar re lindo, muy amoroso.
-¿Te preocupa el panorama de la ficción, tan desdibujada en la tele de hoy, o ya lo tenes asumido?
-Me preocupa y me involucra porque trabajo de esto. Me da pena porque tenemos una cantidad de talento fabulosa. Trato de pensar en positivo para no hundirme, de agarrar una tabla. En lo personal, arranqué con esto porque no hay ciertas condiciones dadas para estas cosas y al menos hagamos cosas que estén a la mano de uno para no sentir que todo depende de una circunstancia o de la economía. Prefiero confiar en que la creatividad y en el ingenio va a hacer que algo suceda y ojalá la gente que llegue, no solo la que gobierne, sino la que puede invertir o aportar haga que nuestra ficción vuelva. Está todo bien con este tipo de programas, pero ahora, por favor, vayamos otra vez con las ficciones. La última que hice fue “El Primero de Nosotros” y todavía me siguen hablando de eso.
-Público hay…
-Además hay algo de la tele, como un fenómeno que se extraña, el efecto que genera lo colectivo. Saber que estamos todos mirando el capítulo al mismo tiempo. Porque es practiquísimo ver a la hora que vos querés, pero también está bueno lo otro y es parte de nuestra cultura. El teatro conecta a las personas, están todos mirando algo en vivo y por eso la gente va tanto.
-¿Te descubriste buena productora o fue un dolor de cabeza?
-Muy buena productora, pero también mucho trabajo. Por eso soy defensora de los buenos productores. Uno no puede ponerse reglas muy estrictas porque después viene la frustración. Pero sí creo que en la medida que haga sentido para uno, no importa si en ese momento es el mensaje, los compañeros, el director o lo que te vibre, va a ser siempre una felicidad. No es que ahora voy a producir todo lo que haga, no tengo eso tan claro. Pero me hace sentir muy bien habérmelo propuesto, haberlo hecho y ver que está bien hecho.
-Hace poco escuché a una colega tuya decir: no vivo de recuerdos, vivo de proyectos. ¿Vos donde te parás?
-Me paro en los dos lados. No elijo la nostalgia como lugar donde pararme, pero también me gustan los recuerdos y tengo muy lindos. Los proyectos me encantan, sobre todo en esta etapa de la vida. Uno es consciente que el tiempo que queda siempre es más corto. Pero donde más intento estar parada es en el presente. Donde más me gustaría estar es donde estoy.
Contenido original de BigBang News