China sale del caparazón y lanza una ofensiva geopolítica en Oriente Medio

La política cero covid del presidente Xi Jinping quizá salvó cientos de miles de vidas, pero puso a la economía y la sociedad chinas al borde del precipicio. Este retroceso en el comercio y el suministro de tecnología punta fabricada en China también golpeó a las finanzas internacionales, ya dañadas por la pandemia y torpedeadas después por la guerra de Ucrania. La economía china estaba además lastrada por problemas muy graves, como la crisis inmobiliaria, la carestía de los combustibles y el altísimo paro juvenil.

La marcha atrás que ha dado el presidente chino en su draconiana estrategia de confinamiento, gracias, en parte, a la presión de las recientes protestas populares extendidas por todo el país contra su política cero covid abre una ventana de esperanza para la recuperación económica de su país y es vista también con alivio en la arena internacional.

Nueva era de relaciones con Oriente Medio

El golpe de timón que ha dado Xi en su estrategia ante la pandemia lo ha acompañado con una ofensiva diplomática y económica en Oriente Medio este mes diciembre. La "nueva era" de las relaciones con esa parte del mundo, como la ha definido el propio Xi, ha tomado por sorpresa, por el alcance de los acuerdos logrados, a sus principales competidores.

Las cumbres celebradas este pasado fin de semana con los países árabes más importantes del Golfo Pérsico, Oriente Medio y el norte de África, han mandado un aviso a Estados Unidos. China entiende que su área de comercio y expansión económica es todo el planeta y no solo la cuenca de Asia-Pacífico de la que Washington quiere también desplazar al coloso asiático.

Los pasos que empresas chinas han dado en Latinoamérica y África en las últimas décadas, con numerosos proyectos en la explotación de minerales relacionados, por ejemplo, con la producción de componentes electrónicos, como el litio, completan el rompecabezas del expansionismo económico chino. En Latinoamérica hay una máxima que se cumple siempre respecto a las compañías chinas: acuden allí donde hay posibilidad real de negocio. La segunda parte de esta máxima es que esas empresas acaban, de una forma u otra, desplazando a sus competidoras estadounidenses y europeas.

El viaje de Xi a Riad ha hecho sonar todas las alarmas en Estados Unidos y en Rusia

El viaje de Xi a Riad, anfitriona de esas reuniones multilaterales con China como protagonista, ha hecho sonar todas las alarmas no solo en Estados Unidos, su principal antagonista global, sino también en Rusia. Moscú ve como su vecino asiático, y aliado de conveniencia, busca consolidar otras alternativas de suministro de hidrocarburos a los proporcionados por los yacimientos siberianos, para evitar la dependencia energética que ha hecho tan vulnerable a Europa ante la agresiva política exterior rusa.

El presidente chino, que no había pisado Riad desde 2016, asistió en la capital de Arabia Saudí a sendas cumbres. En la primera pudo reunirse con los países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), con un marcado componente económico. La segunda cumbre multilateral fue con la Liga Árabe y los máximos representantes de los 22 países que integran esta alianza con tintes también políticos.

Una alianza que dará que hablar en los próximos años

Pero además, las reuniones bilaterales sino-saudíes en torno a la visita de Xi Jinping permitieron la firma de 34 acuerdos de inversión en ámbitos como el transporte, la construcción de infraestructuras, la logística, la industria médica, las energías renovables, la energía fotovoltaica, el uso pacífico de la energía nuclear, la inteligencia artificial, el desarrollo de las nuevas tecnologías y el impulso de la innovación en el sector energético.

En las nuevas relaciones sino-árabes solo hay un principio inviolable: la no injerencia en la política interior y los asuntos domésticos del otro socio. Lo dijo estos días la cadena CNN estadounidense en un titular que venía a resumir el espíritu de este viaje, la decidida apuesta geoeconómica de Xi Jinping y los comprensibles recelos de Washington, uno de los socios (y el mayor protector) de Riad en Oriente Medio: "Cuando China y Arabia Saudí se reúnen, nada importa más que el petróleo".

China es el principal comprador de petróleo del mundo y Arabia Saudí es su principal suministrador en estos momentos. La intención de Rusia de ocupar este puesto queda muy lejos de la realidad por muy barato que Moscú quiera vender el petróleo que ya no destina a Europa debido a las consecuencias de la invasión rusa de Ucrania.

Pekín quiere apostar por un caballo ganador y Moscú no lo es, ni en estos momentos ni a medio plazo. Los daños que las sanciones internacionales están produciendo en Rusia, así como las propias consecuencias y gastos derivados de la guerra, dejan al Kremlin en una posición de socio inestable.

Si se produce finalmente un despegue importante de la economía mundial en la era post covid (esto es, en la era en la que aún no se ha vencido la pandemia, aunque se la deja convenientemente de lado), China deberá renegociar muchas cosas y a pleno rendimiento con sus socios europeos, y el respaldo indirecto a la campaña rusa en Ucrania no será muy bien recibido en Bruselas. La política de los mercaderes políticos europeos valorará más los acuerdos de China con otra dictadura, la Saudí antes que la posible intermediación de Pekín ante Moscú.

El alcance real de la alianza sino-saudí

El interés de China en Arabia Saudí no es nuevo, pero la visita de Xi Jinping ha proclamado en voz alta el valor real de esta alianza estratégica, cuando todas las miradas estaban puestas en la Europa en guerra con la invasión de Ucrania y los cada vez menos perceptibles esfuerzos de mediación chinos, o la tensión de Pekín y Washington en torno a Taiwán.

Lo cierto es que la presión de China en la geopolítica global puede venir de lugares mucho más definitorios para la economía global, como puede ser el Golfo Pérsico. Y las cifras estaban ahí, aunque la corta visión de los políticos europeos y estadounidenses suele desviar su atención de los incómodos "amigos" del Golfo. Lo ocurrido en torno al Mundial de Fútbol de Qatar es solo un ejemplo.

En los primeros diez meses de este año 2022, el volumen comercial entre Arabia Saudí y China llegó a los 97.260 millones de dólares, con un incremento del 37,4 por ciento en comparación con el mismo periodo del año anterior. El volumen del comercio chino intercambiado con el resto del mundo apenas había crecido en ese mismo periodo un 11%.

Pero no sólo. De los 28.000 millones de dólares invertidos por China en el exterior, un 20 por ciento se destinaron a Arabia Saudí. Las inversiones saudíes en China también son de las más elevadas que tiene el país árabe en el extranjero. El viernes pasado, la petrolera saudí Aramco y el grupo chino Shandong anunciaron que estaban negociando un acuerdo de cooperación en el sector del refinado y la producción petroquímica en China. Aramco ha invertido este año más de diez mil millones de dólares en una planta petroquímica en el nordeste de China.

China quiere cooperar en la seguridad y defensa del Golfo Pérsico

En esta cumbre de Riad no solo se habló de economía y he ahí uno de los asuntos que más preocupan a Estados Unidos, convertido desde hace décadas en el "protector" de Arabia Saudí ante el enemigo común iraní y con muchos pactos en la sombra entre Washington y Riad que hacen mirar a otro lado a los comités de seguridad y de derechos humanos en el Congreso estadounidense.

China manifestó en estas reuniones su voluntad de cooperar con Arabia Saudí en asuntos de seguridad y defensa, hasta ahora feudo de Estados Unidos en la región. Pero la retirada estadounidense de Afganistán o la presencia rusa en Siria han llevado a algunos de los países del Golfo a mirar hacia otras espaldas protectoras, especialmente en lo que se refiere al suministro de armamento. La guerra de Ucrania ha desviado hacia este país en guerra buena parte de los stocks estadounidenses y Arabia Saudí y sus vecinos están mirando hacia el este para completar sus arsenales.

China vende más barato que Estados Unidos

Y China vende más barato que Estados Unidos y muchas veces con la misma tecnología que las empresas de armamento estadounidenses, de ahí la reciente prohibición por parte de Estados Unidos a la exportación a China, directa o indirectamente, de esos componentes electrónicos de última generación.

El asesor jefe del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, ha comentado que la visita de Xi Jinping al Golfo Pérsico "no supone ninguna sorpresa". Sin embargo, Kirby ha puesto de manifiesto la inquietud real de Estados Unidos al reconocer que Washington "es plenamente consciente de la influencia que China está tratando de expandir por todo el mundo". Influencia derivada de la progresiva pérdida de peso de Washington en ciertas áreas, como ésta de Oriente Medio, así como de esta última ofensiva geoeconómica china de la que se escuchará mucho en la década en curso.

Artículo original de www.pagina12.com.ar

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