DANUBIO 7 PUNTOS
Argentina, 2021
Dirección: Agustina Pérez Rial
Guion: Paulina Bettendorff
Investigación: P. Bettendorff y A. Pérez Rial
Montaje: Natalia Labaké
Fotografía: Pupeto Mastropasqua
Duración: 62 minutos
Estreno exclusivamente en la sala Leopoldo Lugones, hasta el jueves 16 de marzo.
“En la vida de cada persona hay un momento que marca un hito”, dice, palabras más, palabras menos, la narradora inidentificada de Danubio. “En mi vida, ese momento es el año 1968”. En marzo de 1968, el Partido Comunista le asignó una tarea: contactar en forma secreta al embajador soviético en Argentina, en el marco del Festival de Cine de Mar del Plata. La protagonista, nacida en Rusia y emigrada de pequeña a la Argentina, había conseguido un empleo como traductora en el seno del evento marplatense, y ahora el partido al que estaba afiliada le encargaba una tarea. Esa es la historia –cierta o construida– que narra este (¿falso?) documental, ópera prima de la realizadora Agustina Pérez Rial, realizado íntegramente con material de archivo, sin “cabezas parlantes”, a la manera tradicional.
La protagonista, cuyo nombre se ignora, cuya existencia no es comprobable y cuya voz es doblada en off, narra su historia desde la llegada a Argentina, en tiempos de guerra. Aprende el castellano. El primer libro que lee en nuestro idioma es La razón de mi vida, de Eva Perón. Queda prendada de la imagen de esa mujer que incita a los trabajadores a luchar por justicia, pero como sus amigos, la mayoría de ellos nacidos también en Rusia, se afilian al PC, ella también lo hace. Fundan una asociación dedicada a nuclear gente de origen eslavo, llamada Asociación Cultural Danubio. Siendo miembro de ese nucleamiento consigue su trabajo como traductora en el Festival de Mar del Plata, y es en esa situación que recibe el peculiar encargo del partido en que militaba.
En Argentina son tiempos de dictadura militar, presidida por el general Onganía, y en el mundo de Guerra Fría, con Mar del Plata convertida en un punto dentro de ese mapa. Un punto del que dan cuenta, por ejemplo, los partes de inteligencia de la seguridad bonaerense, que detallan el seguimiento a pie juntillas de las delegaciones del festival, incluyendo un ingreso secreto a la habitación que ocupa el embajador soviético. Al mismo tiempo la policía allana las oficinas de la Asociación Danubio, secuestrando documentación diversa. Y la edición 1968 del festival es vigilada por un interventor designado por la dictadura. La cultura y la política se chocan, en una trama digna de un film de espionaje.
¿Cómo se narra una historia de la que no hay imágenes directas, y que puede haber ocurrido o no? Danubio tiene una respuesta: se la narra con las imágenes de la época (en algún caso, de otras épocas, incluso), creando, por contrapunto con el relato en off, la ilusión de que unas y otras se corresponden. Las imágenes del comienzo, por ejemplo, con tomas aéreas de Mar del Plata, son clásicas para dar inicio a un relato, llevándolo de mayor a menor, y parecen filmadas para tal fin. Pero corresponden en verdad a noticieros de la época. Y así todo. Escenas del centro de Mar del Plata, de la rambla y del propio festival (casi todas estas últimas, fotos fijas) se ponen en diálogo con la voice over, generando un orden allí donde no lo había.
En otras ocasiones sucede lo contrario, “denunciando” la discordancia, como por ejemplo cuando imágenes de un Congreso de Astronáutica contrastan con el relato, que sigue su hilo. Buena parte de estos procedimientos recuerdan la concepción del montaje en La guerra de un solo hombre, donde Edgardo Cozarinsky hacía chocar el diario del oficial de ocupación Ernst Jünger con la vida cotidiana en la París ocupada, como modo de dejar claro cuántas realidades diferentes pueden coexistir en un mismo aquí y ahora. En la edición 2021 del Festival de Mar del Plata, Agustina Pérez Rial se llevó el premio a la Mejor Dirección en la Competencia Argentina. Ningún premio más justo, teniendo en cuenta la paciente orquestación y puesta en relación de fragmentos tan disímiles. Siempre y cuando se tenga en cuenta que también el guion (Paulina Bettendorff), el montaje (Natalia Labaké) y la investigación (Bettendorff y Pérez Rial) son otros de los héroes de esta pequeña gesta cinematográfica.