En el último debate antes de las elecciones cada candidato se ató al rol más previsible. Milei evitó papelones con respuestas leídas y poco claras aunque mostró la hilacha con sus negacionismos, Massa eludió las peleas y se concentró en propuestas entendibles y Bullrich intentó terciar con frases hechas y subiendo el tono. Schiaretti y Bregman, más relajados, reiteraron sus propuestas
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