Maxi Jonás es un talentoso fotógrafo de naturaleza que vive en la ciudad chubutense de Puerto Madryn y esta semana capturó con el teleobjetivo de su cámara una de las mejores fotos de su carrera: un delfín oscuro en “vuelo” captado en la cumbre de su salto –se notan hasta las gotitas que caen– frente a un grupo de turistas que había salido en lancha a ver cardúmenes de esta especie.

El delfín –por efecto del zoom– parece recortado en el cielo y volarles por encima a los navegantes, pero la realidad es que ellos miraban para el lado equivocado y nunca lo vieron. La escena igual quedó guardada para todos los que no estuvieron allí, gracias a los reflejos y pericia para el enfoque que tiene Jonás –con un tele es más difícil–, subido a otra lancha en condiciones nada cómodas (y con la cuota de suerte e inuición necesarias para estar ante semejante situación impredecible).

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En declaraciones a Página/12, Jonás dijo que se había dado cuenta de que estaban saltando y enfocó de manera aproximada en forma manual –el automático no le funcionaba–: "Cada vez que asomaba un delfín, yo gatillaba en ráfaga así que no sabía bien qué foto tenía; la descubrí en la computadora; el delfín parece estar mirando a las personas, pero ellas tienen la mirada hacia otro lado; incluso una mujer está con el celular en la mano; esto me pareció una parábola sobre cómo vivimos, perdiéndonos las cosas por andar distraídos". De inmediato la foto se viralizó –175.000 vistas en Twitter– y a Jonás lo entrevistaron en canales en tres canales de TV nacionales.

Jonás lleva años embarcándose a producir fotos de fauna patagónica y nunca había tenido una oportunidad como ésta. Estos paseos turísticos salen casi todos los días desde diciembre a abril, por supuesto que con resultado incierto. El hecho es que los delfines andan en grupos de hasta 200 ejemplares –es lo normal verlos en esa cantidad– y se la pasan haciendo acrobacias aéreas cuando salen a respirar en el Golfo Nuevo. Lo que hacen es perseguir cardúmenes de anchoítas, a los que van rodeando para poder atacar. Al haber pesca en superficie, las aves se hacen un festín, arrojándose en picada en masa al ver la comida “servida en bandeja”.

Artículo original de www.pagina12.com.ar

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