La apuesta política indisimulable del establishment era que las urnas entregaran la debacle humillante del peronismo y el hundimiento hasta la extinción del kirchnerismo. La jugada les salió muy mal. Ganó el peronismo y el kirchnerismo se fortaleció en la Provincia de Buenos Aires con la reelección de Axel Kicillof y con varias intendencias en manos de la demonizada La Cámpora.
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