James Cameron parece haberse mimetizado con el androide de metal líquido T-1000, el infatigable villano de “Terminator 2. El juicio final”. Es que el cineasta canadiense no puede cambiar de aspecto pero igualmente logra presentar una naturaleza camaleónica, desconcertante por momentos, con diversas facetas que intrigan a sus detractores y a los más fervientes admiradores por igual.
En junio estuvo en la Argentina para brindar una charla sobre sustentabilidad y pudo mostrarse vulnerable al manifestar que fue víctima de una emboscada por parte del gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, considerando que intentaron usarlo para limpiar la imagen de la extracción del litio. “En un conflicto entre la industria extractiva y las comunidades indígenas, yo siempre voy a estar del lado de las comunidades”, aseguró.
Cameron y Verónica Chávez, líder de la comunidad Santuario Tres Pozos, en Salinas Grandes, Jujuy.
Pero este abuelo de 68 años también es capaz de mostrarse los domingos en familia cautivando a los nietos con sus relatos, hasta que se avivan de que cuenta siempre la misma historia. Es que Cameron ya anunció que nos esperan tres secuelas de “Avatar” para 2025, 2029 y el lejano 2031, relatos que profundizarán el discurso ecologista prolongando la grieta entre quienes lo consideran un ambientalista convencido y aquellos que lo tildan de “green faker”.
Vale decir que desde el estreno de la primera entrega de la saga, en 2009, su creador colabora con el Programa de las Naciones Unidas contra el Cambio Climático, invierte en empresas sostenibles y fundó la Avatar Alliance Foundation, que trabaja en torno a esas causas.
EL SECRETO DE MI ÉXITO
Tuvo cinco matrimonios a lo largo de su vida: con Sharon Williams, su primera esposa y la única que no pertenece a la industria; con Linda Hamilton, la mítica Sarah Connor, heroína de las primeras dos entregas de “Terminator”; con la productora Gale Anne Hurd; con la extraordinaria directora Kathryn Bigelow, responsable de títulos como “Días extraños”, “Punto límite” y “La noche más oscura”, y con su actual compañera, la actriz Suzy Amis, quien tuviera el único rol femenino relevante en “The Usual Suspects”, aquí conocida como “Los sospechosos de siempre”.
También se muestra prolífico en lo que a éxitos de taquilla se refiere. Tres de las cuatro películas más vistas de la historia del cine le pertenecen: “Avatar”, “Titanic” y “Avatar: The Way of Water” (la cuarta, por caso, es “Avengers: Endgame”).
“Titanic”, film que se perfilaba como otro exponente del cine catástrofe, de su mano se transformó en una de las mejores historias de amor jamás contadas. Obtuvo once premios Oscar, una cifra récord que la convierte en la producción más ganadora de todos los tiempos, junto a “Ben-Hur” y “El señor de los anillos: el retorno del rey”. La noche de la ceremonia se autoproclamó rey del mundo y la megalomanía no lo abandonó jamás.
ALERTA EN LO PROFUNDO
“Hice “Titanic” porque quería bucear hasta los restos del naufragio, no porque quisiera hacer la película”, le dijo a Playboy este nativo de Ontario que de niño idolatraba a Jacques Cousteau y hoy puede jactarse de haber bajado más de 30 veces hasta el famoso hundimiento, así como de explorar los restos del acorazado Bismarck y de la conquista del lugar más profundo del océano, cuando llegó a la fosa de las Marianas, 11 mil kilómetros bajo la superficie. “Creo que el trabajo del explorador es ir y estar en el límite remoto de la experiencia humana y luego volver y contar esa historia. Así que no las veo como algo separado”, reflexionó sobre sus distintas facetas en una entrevista con National Geographic.
Cuando ocurrió la tragedia del sumergible Titán, donde murieron cinco personas, todas las miradas se dirigieron al explorador oceánico más famoso. Él criticó duramente a Ocean Gate, la compañía responsable de la inmersión, por no prestar atención a las advertencias de los peligros que mostraba la nave. “En el Titanic había algo de codicia, algo de gloria.
Y aquí estamos de nuevo en el mismo lugar. Ahora hay un naufragio sobre otro naufragio por la misma maldita razón”, se lamentó, pues además tenía una amistad que superaba el cuarto de siglo con una de las víctimas: el oceanógrafo francés Paul-Henri Nargolet, un especialista de 77 años apodado “Mr. Titanic” porque había tenido unas 37 inmersiones hacia el esqueleto del crucero, quien era consciente de los riesgos de estas expediciones. “Que haya muerto de esta manera me resulta casi imposible de procesar”, afirmó.
EL ORIGEN
Al igual que Martin Scorsese y Francis Ford Coppola, Cameron tuvo sus inicios de la mano de Roger Corman, el maestro del cine de bajo presupuesto, y con su tutela realizó un auténtico aprendizaje. Se desempeñó como responsable del departamento de efectos especiales, como director artístico y mostró condiciones como diseñador de producción en “La galaxia del terror”.
Se interesó en el séptimo arte por la fascinación que le provocaban los efectos visuales. Todo empezó a los quince años, cuando asistió a la proyección de “2001: odisea del espacio”, de Stanley Kubrick, a quien hasta el día de hoy intenta emular.
En una muestra del modo en que el perfeccionismo y la tozudez se unen para desafiar a quienes se interponen en su visión, cuando lo despidieron del rodaje de su primera película, “Piraña II. Los vampiros del mar”, Cameron usurpó la isla de edición, se convirtió en una especie de okupa, y no abandonó la habitación hasta que la obra fílmica quedó montada a su gusto.
Posteriormente, con títulos como “Aliens: el regreso” y “Terminator” pudo dar muestra de su autoría cinematográfica, con imágenes icónicas que le podrían hacer exclamar a José Pablo Feinmann: “Mirá lo que es el cine”.
Alguna vez habrá soñado con filmar una de James Bond. Al nunca ser convocado para tal faena, realizó la exitosa parodia “Mentiras verdaderas”. En ese rodaje, los trabajadores que debieron soportar el espíritu exigente y su carácter demandante y autoritario idearon un plan para usar todos una remera en la que se leía “You can’t scare me, I work for Jim Cameron” (“No podés asustarme, trabajo para Jim Cameron”).
Como director concilió con extrema habilidad las exigencias de los grandes estudios y el ansia de emociones dignas de un parque de diversiones de gran parte del público, satisfaciendo a ambos por igual. Dueño de una eficacia lúdica, lleva cuatro décadas de trayectoria gracias a su habilidad técnica, a una imaginación en la que está prohibida la palabra “imposible”, a su tendencia a la desmesura y a saber retratar a mujeres de armas tomar.
Adicto al trabajo, esquemático y organizado, en una época de su vida llegó a escribir tres guiones en simultáneo: los de “Rambo II”, “Terminator” y “Aliens”. Calculó todo a la perfección: dividió el tiempo que tenía por el número de páginas que debía entregar y se pasó cuatro meses trabajando en tres escritorios diferentes; para cada guion se nutría de distintos tipos de música.
Ningún género cinematográfico le resulta ajeno y nunca necesitó hacer una película de superhéroes para ser aceptado. Incursionó en el thriller, el espionaje, la comedia, la fantasía apocalíptica, hizo que sus personajes viajaran en el tiempo antes de que existiera el concepto de multiverso, también exploró el romance, el cine bélico y la aventura. Creó frases icónicas, como “Hasta la vista, baby” y “I’ll be back”. Porque directores como James Cameron nunca se van, siempre están listos para volver.
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