El 9 de marzo de 1886 a las cinco de la tarde, Julio Verne regresaba a su casa en Amiens repitiendo una rutina de varios años. A pesar de que no era un anciano –tenía 58 años– llevaba una vida retirada con su esposa Honorine, lejos de las luces de París. Además, en Amiens se lo reconocía como una celebridad, mientras que en el mundillo literario parisino pasaba más desapercibido. Cuando Verne llegó a su casa, oyó que le hablaban a sus espaldas…
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