El Ministerio de Hacienda y Finanzas de la Provincia de Buenos Aires construyó un sistema integral de indicadores que apunta a centralizar un abanico de información lo suficientemente amplio para medir las asimetrías vinculadas a cuestiones de género en la sociedad bonaerense. Desde su puesta en marcha, el objetivo de esta herramienta es nutrir el diseño y la elaboración de políticas públicas orientadas a reducir brechas de desigualdad.

Con la colaboración Banco Interamericano de Desarrollo, y en el marco de un proyecto colectivo coordinado por la Dirección Provincial de Estadísticas, a cargo de Diego Rusansky, y la Unidad de Género y Economía, comandada por Laura Lombardia, se gestó un proceso que derivó en la creación del Sistema de Indicadores con Perspectiva de Género para la Provincia de Buenos Aires (SIPG-PBA), que está integrado por 183 variables agrupadas en cinco dimensiones que conforman un entramado que supera los 400 indicadores que se se ponen a dispocisión para poder visualizar las diferencias vigentes entre hombres y mujeres en la realidad socio económica que conviven en el territorio bonaerense.

En marzo del 2021, la cartera que conduce Pablo Julio López firmó un convenio con el Ministerio de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual, a cargo de Estela Díaz, y desde allí comenzó a tomar dimensión pública la labor de Rusansky y Lombardía. Así nació el primer sistema de indicadores situados en la provincia, que ya cuenta con la colaboración de más de una docena de organismos. Ambos funcionarios conversaron con Buenos Aires/12 y narraron el proceso de elaboración de esta nueva herramienta.

—¿Cómo surgió la idea de construir el SIPG-PBA?

—Diego Rusansky: Cuando llegué a la dirección había un equipo bastante fuerte y desarrollado hace muchos años. Pero no venían laburando en algunos temas que a mi entender son claves. Entre ellos, género. Había algunos informes que se venían publicando con esa perspectiva, pero muy específicos, como el de distribución del ingreso o mercado laboral. Pero faltaba una vuelta de rosca. Ahí convoque a Laura para ver de construir una herramienta y así surgió la idea de un sistema de indicadores de perspectiva de género.

—Laura Lombardía: Esto había surgido más que nada con nosotros recopilando información pública, era un sistema donde para encontrar la información que era pública. Pero ahí nos dimos cuenta que era mejor involucrar a los organismos del gobierno provincial y hacer que sea una construcción colectiva del sistema de indicadores. Cuando ampliamos ese espectro empezamos a armar reuniones con las instituciones. Ahí sumamos al Ministerio de las Mujeres dado que es el organismo rector de las políticas públicas sobre las mujeres.

—¿Cuáles fueron las primeras tareas en la construcción del sistema?

—DR: Armamos un proyecto y se lo presentamos al BID. La entidad financió unos consultores que empezaron a trabajar con nosotros en 2020. Empezamos a hacer una revisión exhaustiva de experiencias nacionales como internaciones, como las estadísticas de la CEPAL, de otros países como Australia y Chile, e incluso el de la Ciudad de Buenos Aires. Y también en paralelo revisar las fuentes que había disponibles en la provincia de Buenos Aires. Esto nos llevó unos meses y generó dos líneas de trabajo: como hacíamos para absorber todo lo que se había desarrollado en otros lugares y como pensarlo con perspectiva bonaerense.

—LL: Nos planteamos cómo pensamos desde un único lugar la totalidad de la información con la que se contaba con el objetivo de garantizar que cualquier persona que quiera acceder a esta información pueda, sin necesidad de ir a recolectarla en 25 lugares.

—¿Cómo se generó el vínculo con el resto de organismos que debían aportar información?

—DR: Fueron reuniones bilaterales, semana a semana, donde se desarrolló el contenido y la metodología del sistema. Se discutían los avances, el armado de los indicadores, construcción de las categorías. Fueron conversaciones para definir qué íbamos a medir.

—LL: Se generó un ida y vuelta. Ver qué existe. Sumar las experiencias de cada una de las partes de cara medir la realidad provincial.

—¿ Los 183 indicadores alcanzan para medir la situación actual de la provincia?

—LL: La idea es poder seguir ampliándolo. Acá hicimos como una primera edición, un primer corte, sino no se podía lanzar. Estamos trabajando con nueva información y un calendario de publicaciones. De esta forma no perdemos información y trabajamos en sumar indicadores. La idea es que los organismos de la provincia se apropien de esta herramienta y se sientan parte.

—¿Por qué se eligieron éstas cinco dimensiones?

—DR: Se decidió respetar la estructura planteada por CEPAL, que trabaja las dimensiones Económica, Toma de decisiones y Física. Sumamos la dimensión Sociodemográfica, que también está en el sistema de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y la del Estado. La primera porque explica en gran parte muchas de las brechas que se encuentran en el resto de las dimensiones; y la de Estado porque nos pareció importante por su rol como empleador y como productor de políticas públicas que permitan cerrar brechas de género.

—¿Cuán viable se torna un sistema tan amplio y dependiente de la información de otros organismos e instituciones?

—DR: Creo que están dadas las condiciones para no haya un paso atrás más allá de quien gobierne. Los trabajadores se apropiaron de esta herramienta, la consideran como propia, y más allá de lo que pase en un futuro, esto es algo que llego para quedarse. Trabajaran profundamente en ampliarlo y mejorarlo. Y es un desafío nuestro darle la difusión para que se sumen organismos.

—¿Qué conclusión hay sobre las brechas de género actuales en la provincia según los primeros datos recolectados?

— LL: En términos de mercado de trabajo las brechas son estructurales. Es imposible pensar que haya grandes cambios en estos años. Visibilizar las brechas ya es un cambio. Las mujeres acceden mucho menos a puestos jerárquicos, se concentran en áreas del trabajo usualmente precarizadas. En la provincia de Buenos Aires una de las principales salidas laborales para las mujeres es el trabajo en casa particulares y es el trabajo peor pago de toda la economía. Y la pandemia claramente impactó. Los cambios son a largo plazo porque son culturales, desde pensar cómo incorporar a las mujeres a la economía, y cuál pensamos que tiene que ser el trabajo de las mujeres. Hay que romper con estereotipos.

—¿Por qué no hay datos sobre las diversidades de género?

—DR: Ahí hay una problemática asociada a cómo se construyen los datos. Hoy en día tenemos bastante información dando vueltas, pero muy poco de esos datos sistematizado como para comparar con tiempo atrás. Lo único con lo que podemos ir comparando tiempo atrás es quizás con el Censo. Ahí podremos ver las diferencias siendo que es el primer censo donde se preguntan la identidad de género en las personas, se incluye el género no binario. Ahí podremos ver en los municipios que sucede en el plano laboral en relación al género. Porque hoy lo que se debate es como construir información no binaria, teniendo en cuenta la diversidad que existe en la sociedad. Sólo el servicio penitenciario tiene información desagregada con identidad de género. La estadística es algo que se construye en un periodo muy largo de tiempo para poder medir variaciones.

—LL: Por eso para modificarla es difícil. Es medio conservadora la estadística. Estar mucho tiempo acostumbrado a relevar de determinada manera dificulta incorporar nuevas formas de registrar la información. Tienen que aggiornarse las categorías.

Artículo original de www.pagina12.com.ar

;