Desde Río de Janeiro

Todo gran líder revolucionario pasó por momentos marcantes, que dejaron huellas en su vida, en su trayectoria como ser humano y como líder político.

Lula da Silva (foto), entre tantas circunstancias, había sido protagonista de las huelgas del 1979/1980, que rompieron abiertamente con el congelamiento salarial, elemento clave de la dictadura militar. En ese momento Lula fue arrestado y tuvo que vivir con las circunstancias de la muerte de su madre, Doña Lindu. Fue autorizado a ir a verla y asistir al funeral de su madre, en 1980. Por el peso que ella tuvo en su vida, fue una experiencia que marcó a Lula para siempre.

Cuando terminamos la cuarta y última Caravana por Brasil, en Rio Grande do Sul, em 2018 cuatro días después de regresar, se decretó la detención de Lula. Durante las largas conversaciones en las Caravanas, Lula pensó en la posibilidad de ser arrestado. Sus referentes siempre fueron Gandhi y Mandela. Se notaba que estaba pensando en cómo afrontar la posibilidad de ir a prisión. Se refería al largo período en que estuvieron presos, pero cómo salieron para encabezar la lucha victoriosa de sus pueblos. También mencionó a Martin Luther King.

Su arresto

Tan pronto como se decretó su arresto, todos acudieron en masa a los Sindicatos dos Metalurgicos de São Bernardo do Campo, donde Lula había iniciado su carrera como líder sindical. La discusión fue sobre si Lula debería presentarse a la policía o no. Lula dejó clara su posición: “No voy a la clandestinidad ni al exilio”. La mayoría estaba en contra de que el se entregara. La primera vez que trató de salir, la gente no le permitió salir.

Al día siguiente tuvimos esa dolorosa escena de Lula rodeado de policías, para abordar el vuelo a Curitiba. Luego retomamos el contacto con él en la Vigilia Civica, en frente a la Policía Federal de Curitiba, durante 540 días. Por la mañana, por la tarde y por la noche, lo saludamos: “Buenos días, presidente Lula”. “Buenas tardes, presidente Lula”. “Buenas noches, presidente Lula”, respondió encendiendo la luz de su celda.

Cuando pude visitarlo, vi la habitación en la que estaba, con la cama, la televisión, la librería y una mesa con sillas. Así como el patio donde podría tomar el sol. Y la atenta policía encargada de su custodia.

El documental

Tal y como relata el documental “Visita, Presidente”, producido por la Globo News, transmitía un estado de ánimo que a todos nos infundió optimismo. Como dijo Leonardo Boff, cuando lo visitó, fue él quien nos transmitió el estado de ánimo y no nosotros a él.

El documental logra transmitir la emoción de todo lo vivido. Rodeado de sus más allegados compañeros, los que siempre trabajaron con él en el Instituto Lula –quienes, con mucha justicia, ganan el protagonismo que se merece por su entrega total a él.

La trayectoria de Lula en esas circunstancias está debidamente destacada en el documental: Lula decidió dar un paso al frente y probar su verdad. El documental retrata los 540 días y noches de prisión y la Vigilia, con los personajes que cuidaron de Lula todo el tiempo: sus abogados, Gleisi, Haddad, Janja.

Como dijo Lula a la gente de los Grupos de Trabajo, no dirigirá su acción política por todo lo que ha sufrido. Pero, agregó, nunca olvidará lo que vivió.

El personaje gigante de Lula le da al documental un enorme poder político, incluso si carece del marco político de la inocencia de Lula y las brutales injusticias que sufrió. El propio papel del Poder Judicial, de la injusta condena al reconocimiento, tras la desmoralización de Lava Jato, no aparece con la debida responsabilidad en el drama al que fue sometido Lula, siendo inocente.

Vale la pena ver el documental, como testimonio de otro momento dramático en la vida de Lula, cuando entró rodeado por la policía y se fue como un gigante. Listo para volver a ser el Presidente de Brasil el próximo domingo.

Artículo original de www.pagina12.com.ar

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