Por Ana Claudia Roche, de la redacción de DIB
Un fenómeno natural no tan usual años anteriores se volvió recurrente en los últimos meses en varias localidades de la costa bonaerense e, incluso, en los últimos días, también sorprendió a los vecinos de Ringuelet, en La Plata, en la zona del Arroyo el Gato. Se trata de la aparición de ejemplares de elefantes marinos en la playa, tanto descansando como mudando la piel, o cumpliendo las etapas de su ciclo reproductivo, ya que también se registraron varios nacimientos.
Especialistas hablan de “un boom o una invasión” de elefantes marinos en el territorio costero provincial y hacen hincapié en la necesidad de poner el foco científico, pero también comunitario, en el acompañamiento de esta nueva conducta que parecieran tener los animales.
Mariana Gentile preside la organización Conservación Marina, una asociación sin fines de lucro que trabaja desde hace poco más de un año y medio en Mar del Plata para generar conciencia ambiental y hábitos de respeto entre las especies – incluyendo al ser humano – en entornos marinos.
“Buscamos promover un poco de educación en playas, lo que es la conservación de especies, tanto de elefantes como lobos, ballenas, gaviotas. Apuntamos a la educación, a que la gente aprenda, hay cosas que en la escuela no se aprenden”, afirma la ambientalista en diálogo con DIB. Y agrega: “Nos pasa que acá mismo en Mar del Plata, la gente no conoce la fauna autóctona, confunden lobo marino con elefante, la educación ambiental tendría que estar en la cúspide y hay mucho por hacer”.
Conservación Marina está integrada por unas siete personas que salieron de otro grupo proteccionista, y las puertas están abiertas para quien se quiera sumar, trabajando en equipo y con intención pedagógica.
“Lo que venimos haciendo es, primero, estar en contacto con el Laboratorio de Mamíferos Marinos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNDMDP); lo segundo, tratar de tener diálogo con los guardavidas, que son los que están en la playa; y tercero, generamos cartelería y folletería, damos información para que la gente entienda que no hay que acercarse a los animales, que si un lobo o un elefante está en la playa, no se está muriendo, está descansando, por lo que no hay que tirarle agua ni molestarlo ni dejar que se acerquen las mascotas”, describe Gentile.
Un dato no menor es que Conservación Marina trabaja en red con organizaciones similares de otros distritos de la costa bonaerense para llevar un registro conjunto de los distintos eventos y especies que aparecen en las playas. “Trabajamos con Fundación Ecológica Pinamar, que nos pasa información de Villa Gesell, Pinamar y Cariló, con Rescate Fauna Silvestre, del Partido de la Costa y con Carlos Alberto Leo que está en Necochea. Trabajamos en red y tratamos de llevar a cabo un informe preciso: si aparece un elefante macho, una hembra, una cría, si se detectan nacimientos”, grafica Gentile.
Con respecto a la presencia de elefantes marinos durante la primavera de este año, Gentile asegura que hay cada vez más, y una situación que da cuenta de ello es que se producen nacimientos. “En la provincia de Buenos Aires hubo seis nacimientos de los cuales cuatro fueron satisfactorios”, es decir, que los cachorros sobrevivieron.
Una y otra vez la ambientalista subraya la importancia de la educación ciudadana y de la coordinación entre organismos para evitar desenlaces fatales. Por eso, recomienda que si alguien detecta un lobo, pingüino o elefante marino dé aviso a las fundaciones, guardavidas, a Defensa Civil o Prefectura para tratar el caso.
En esa línea, Gentile señala: “No tenemos que horrorizarnos porque estamos viendo un animal en la costa, en caso de ballenas o delfín, si están muertos el protocolo es otro, pero en caso de ejemplares como lobos o elefantes marinos, cuando están en costa no están enfermos, toman su descanso, para volver al mar e irse”.
Así, en caso de encontrar uno de estos mamíferos de gran porte en la playa, se deben tener en cuenta las siguientes recomendaciones: dar aviso a organizaciones o autoridades; no tocar a los animales; respetar su espacio (se pueden cercar con tachos, por ejemplo); no gritar ni hacer ruidos que puedan asustarlos; no alimentarlos ni tirarles agua; y alejar a las mascotas. “Hay que tener respeto, la playa no es solamente de las personas”, concluye.
Carolina De León es Licenciada en Ciencias Biológicas por la UNMDP, investigadora del CONICET y miembro del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMyC).
Como científica, es uno de los eslabones de la red trabajo en territorio para el rescate, medición y estudio de la fauna marina. “Con Mariana (Gentile) y la gente de la organización (Conservación Marina) trabajamos en conjunto, ellos son ‘nuestros ojos’ en playa, hay una red de contactos armada y nos avisamos cuando sabemos de la presencia de algún animal”, precisa.
En tanto, acerca de la fuerte presencia de elefantes marinos del sur en territorio bonaerense, De León explica a DIB: “La última década se incrementó mucho la presencia del elefante marino en la provincia de Buenos Aires. En este tiempo recopilé información de los registros que hay en toda la Provincia, de redes sociales, de la ONGs, del ciudadano de a pie, ya que gracias a la ‘ciencia ciudadana’ como le llamamos. Con esa información podemos censar a los animales y ver en qué periodo están”.
Sobre su trabajo diario, describe que con su quipo viene “realizado una recopilación de datos de muchos años” por lo que han podido observar que “el patrón de distribución de los elefantes marinos, cuya única colonia continental está en Chubut, en Península Valdés, fue cambiando”. Y amplía: “Antes acá en Mar del Plata y en la zona podías encontrar animales solitarios, de manera esporádica, no con mucha frecuencia, elegían los puertos, como el de Mar del Plata o el de Quequén, y ahora es un boom, hablamos de una invasión de elefantes marinos, aparecen en todas las playas, concurridas o tranquilas, y se está notando que hay, incluso, agrupaciones de dos o de tres”.
Más ejemplares e incidencia de la gripe aviar
Al advertir esta modificación en la conducta de los elefantes marinos, De León asevera que tiene que ver con que la población del elefante marino del sur “hace muchos años viene creciendo de forma estable, por eso es lógico ver más animales”. Asimismo, argumenta que “si sabemos que la única colonia continental es la de Península Valdés, esto habla de un cambio de distribución, vemos que los elefantes están eligiendo otros sitios durante todo el año”.
El elefante marino del sur cumple un ciclo anual que alterna periodos en tierra y periodos en el agua. Tiene dos etapas de asentamiento en la playa, la reproductiva y la época de muda del pelaje. Estas etapas están alternadas con las épocas de alimentación, que se dan en el mar.
“Finalizada la época reproductiva, los animales se van a alimentar al mar por dos meses, vuelven a tierra a mudar el pelaje, proceso lleva de 15 a 30 días, y regresan al mar a la etapa más larga de alimentación que dura 6 o 7 meses; luego vuelven a tierra para comenzar nuevamente la etapa reproductiva”, explica De León.
“Acá hay animales a lo largo de todo el año, y todo esto pone de manifiesto la importancia de empezar a prestarle atención a la costa bonaerense como un sitio de distribución, que si bien está dentro de su ciclo reproductivo, está descripto científicamente, se le tiene que dar más monitoreo”, remarca la bióloga marplatense.
Sin una conclusión cerrada sobre el cambio de conducta de los elefantes marinos, De León aventura: “Lo cierto es que estos animales están buscando otros sitios, si bien no se sabe bien por qué, creo que tiene que ver con el aumento de la población de estos animales por eso empiezan a aparecer por otras regiones, sobre todo para el descanso y muda. También pensamos que por efecto de la gripe aviar que mató tantas crías y tantos ejemplares el año pasado en Península Valdés iba a generarse un cambio”. En esa línea, especula: “Puede barajarse que por la mortandad que hubo en Chubut están eligiendo otros lados para evitar el lugar en el que fueron tan afectados”.
Dentro del ciclo reproductivo de la especie, en tierra, se dan la cópula, el nacimiento, la lactancia y la muda de piel de las crías, proceso que guarda una situación de gran vulnerabilidad para hembras y cachorros.
Sobe los nacimientos que se registraron en los últimos meses en la costa bonaerense, la especialista asevera: “Si bien había registros de nacimientos, eran contados con los dedos de las manos, como uno en 2012 en Necochea, todos datos muy sueltos, pero lo que pasó este año con los nacimientos en la provincia de Buenos aires fue un boom. Es una situación que nos pone en alerta y nos ofrece una responsabilidad, tenemos que ponernos a trabajar en eso porque creo va a seguir ocurriendo”. (DIB) Ana C. Roche
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Fuente: dib.com.ar