Qué sería el mundo sin su teatro. El fútbol ya no camina solo, acaso nunca lo haya hecho. Siempre tuvo un papel importante en el teatro de los sueños que es la política. Hay Estados que se mueven por la vida como si la vida fuese suya. Lugares donde el tiempo humano no existe, y la violencia opaca las voces y las bocas, y los cuerpos, y las historias que esos cuerpos cargan y narran.

A Mohammad al Shakhouri apenas le quedaban dientes el día que lo condujeron ante el verdugo. Se los habían arrancado a puñetazos en los violentos interrogatorios, según denunció Amnistía Internacional. Este ciudadano saudí, condenado a muerte por participar en una manifestación, fue decapitado con sable junto a otros 80 hombres por el régimen saudí.

Un país que no para de acaparar portadas no por sus masacres de civiles en Yemen, ni por el ametrallamiento de mujeres y niños etíopes en sus fronteras, ni por los derechos pisoteados de mujeres, personas LGTBI e inmigrantes denunciados por Human Rights Watch. No. Sino por cosas como estas: Roberto Mancini, nuevo entrenador de la selección saudí por 25 millones de euros. Es lo que tiene el fútbol, arrasa con todo, hasta con la realidad más descarnada.

El reino teocrático viene acumulando grandes titulares en los medios internacionales. El fichaje de Karim Benzema por 100 millones de euros, el de Neymar por 150 millones, y el Cristiano Ronaldo por 200 millones ha provocado un temblor frío en el fútbol mundial. Fascina que jugadores que pueden atragantarse de millones en otro país (seguramente menos, pero mucho) vayan a Arabia de todos modos. Pasado un límite, debe de dar igual 10 millones que 20, lo justo para darse un capricho y que no se te caiga la cara de vergüenza.

Solo hay dos explicaciones: falta de información o de principios. O las dos juntas, algo que ya es tendencia. Si te preocupa el qué dirán, tranquilo, que nadie dice nada. Esto de jugar en Arabia Saudita no crea ningún descrédito social. No tiene coste. Nadie te va abuchear en un restaurante, ni van a desaparecer tus seguidores de las redes. Hoy es el lugar “cool” donde estar, donde hacerse ver, donde “likear”.

Lo cierto es que Messi se ha quedado muy solo al otro lado del océano. Es verdad que lo acompaña el "glamour": Nicole Kidman, Marc Anthony, Ben Aflleck, Salma Hayek, Jennifer López, Kim Kardashian, LeBron James, Serena Willians, son algunos de los que ya se han desplazado a Miami para verlo jugar. Pero la liga estadounidense necesita nutrirse de jugadores de cierto nivel que acompañen al rosarino y que provoquen la necesidad de poner el foco sobre la competición. Según el portal "Sport global market" todavía bailan sobre la mesa los 400 millones de euros ofrecido por los saudíes al campeón del mundo.

El reino teocrático pretende continuar con la agresiva política de contrataciones, para convertir el deporte en un arma para promocionar el país, y blanquear la represión que ejerce sobre cualquier tipo de oposición, dotándose de una industria deportiva de alta competición que incide en los mercados mundiales de fichajes y de derechos de transmisión en fútbol, tenis, fórmula 1 y golf.

Qué sería el mundo y el fútbol sin su teatro.

(*) Periodista, exjugador de Vélez, clubes de España, y campeón Mundial 1979.

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