Calidad y buen precio son las premisas para enfrentar un presente complicado para el rubro. Roxana y Víctor Borba hablaron sobre los inicios de la panadería, la defensa de los artesanal y el cuidado del cliente.
Este 4 de agosto se conmemora en Argentina el Día Nacional del Panadero en conmemoración de la fundación de la Sociedad Cosmopolita de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos en 1887, primer sindicato de panaderos del país. Sus creadores llevarían a nombrar a las facturas de distintas maneras, bajo un significado curioso y con un sentido crítico de la sociedad. Surge así la denominación para los vigilantes, sacramentos o cañoncitos.
En el marco de esta celebración, Central de Noticias visitó la panadería Almendra, una sociedad integrada por Roxana y Víctor Borba, Fernando Vigneau y Karina Arbillaga. Desde 2015 el comercio funciona en avenida Pellegrini 2120 y antes estuvo ubicada en Estrada y Alsina.
Víctor se remontó a los orígenes del negocio y contó que “arrancamos ahí, alquilando las máquinas. Salimos de abajo, abajo”. Luego, un amigo de la familia vio un local muy amplio y descubrieron el lugar donde funcionan actualmente.
“Nosotros venimos de una familia panadera. Con ganas y con empeño hacemos todo”, resaltó Víctor.
Por su parte, Roxana describió el trabajo y la dedicación que requiere este oficio: “la rutina del panadero es sacrificada. Sobre todos los chicos que trabajan en la cuadra” y Fernando agregó: “al principio cuando estábamos solos con mi cuñado arrancábamos a las 2 de la mañana hasta la 1:30 de la tarde. Todos los días, de lunes a lunes. Es un laburo muy complicado”.
Ambos destacaron la participación de toda la familia en el emprendimiento, “hasta los hijos, que no hace falta que estén acá, pero colaboran de otra manera”.

La actualidad del rubro
Roxana señaló que advierten una baja en el consumo y un cambio en el comportamiento de compra de los clientes. “La gente compra menos, el que antes te compraba una docena de facturas, ahora compra ocho facturas. El que antes compraba 1 kilo de pan y si sobraba, no importaba, ahora lo restringe y compra lo que va a consumir”, resaltó.
También describió un “consumo lineal”, es decir que se mantiene de la misma forma sin importar la fecha del mes (aunque después del día 15 baja más la venta). “Antes se notaba cuando la gente cobraba, ahora se consume siempre lo mismo. Las dos primeras semanas de cobro la gente compraba sándwiches de miga o un postre, cosas que no consume diariamente. Eso bajó muchísimo”. “Un postre pasó a ser un lujo”, sintetizó Víctor.
Por otra parte, también indicaron que “los clientes piden en relación a la plata que disponen para gastar. No te dicen dame medio kilo de bizcochos o una docena de facturas. Te dicen dame tanta plata del producto”.
Ante esta situación, mencionaron los aumentos constantes de la materia prima y de otros ítems para mantener un local comercial, como los servicios o el alquiler. “Creo que desde 2023 hasta ahora entre luz, gas, agua, teléfono, alquiler, ha aumentado el 1.000 por ciento. Todo eso no lo podés trasladar al precio de los productos, hay mucho que nosotros absorbemos”, contaron.

“Nosotros siempre decimos que lo último que se aumenta es el pan. Me parece que lo más elemental para una familia es poder acceder al pan. Entonces tratamos de que sea el último recurso aumentar el pan”, afirmó Roxana.
“El comercio no está en el mejor momento, bajó mucho el consumo. A nosotros nos bajó te diría que el 40% de las ventas en dos años”, mencionó Roxana.
Las estrategias de Almendra para mantener las ventas
Ante este panorama de achicamiento de ventas, la panadería adoptó distintas estrategias. Una de ellas fue sumar todos los medios de pago con las ofertas correspondientes ya que “la gente busca las promociones y compra más esos días”.
Además, los integrantes de la sociedad sostienen la idea de “aumentar el menor porcentaje” siempre manteniendo la calidad del producto.

“Nosotros hacemos un buen producto a un precio accesible”, afirmó Roxana y Víctor remarcó: “usamos materia prima de calidad. Nuestra mejor promoción es vender buenos productos” siempre con el objetivo de conservar y sumar clientes.
“La panadería no es solamente el producto terminado, tiene muchos pasos desde que mojás la harina con agua hasta que lo vendes en el mostrador. Si la persona que te atiende, te atiende mal, el cliente no viene más y todo el esfuerzo de sus compañeros se va a la basura”, indicó Víctor.
La recompensa de un oficio artesanal
Víctor sostuvo hacia el final de la charla el afecto por el oficio: “nosotros somos hermanos y nos criamos en una panadería, inevitablemente uno miraba y te termina gustando porque es algo muy artesanal. Hacer cosas con tus manos y que le guste a la gente es un premio enorme”.

“Cuando vos ves que la gente se va contenta y que eso lo hiciste vos, para mí no tiene precio”, remarcó Víctor y aseguró que “tampoco tiene precio que nosotros logramos tener una panadería cuando tal vez hace años atrás nos preguntabas y ella tenía su camino, yo tenía el mío y de pronto la vida hizo así y hoy estamos juntos”.
“Estoy contento de ser panadero y de tener una panadería con mi hermana”, concluyó Víctor.
Fuente: cdnoticias.com