¿Qué es? ¿Cómo evolucionaron las tasas de empleo, formación y sector de la ciudad? Un informe para entender a nuestra ciudad al detalle.

* Por Marcos Pascua

El año pasado en uno de los módulos cursados de la Maestría en Urbanismo leí un trabajo de la segregación socioespacial en las ciudades de Olavarría, Tandil y Pergamino entre el año 1991 y el año 2001, trabajo realizado por el Doctor en Geografía Santiago Linares. Si bien, la situación de la ciudad hoy puede ser un poco distinta, este trabajo es un ejemplo de la relación que existe entre las tasas de empleo, la formación y el sector de la ciudad donde vive cada grupo analizado. ¿Empezamos?

¿Qué es la segregación socioespacial?

La segregación socioespacial es un concepto que hace referencia a la existencia de diferencias o desigualdades sociales dentro de un colectivo urbano y al agrupamiento de los sujetos según atributos específicos en aglomerados de individuos parecidos entre sí, lo que lleva a la reducción de las interacciones con el resto de los grupos.

Introducción

Según el trabajo de Santiago Linares “la segregación socioespacial es un fenómeno y no necesariamente un problema. Esto depende de la visión teórica que se adopte para explicar las relaciones sociales y los efectos concretos que esta produce en la sociedad.”

Algunos de los problemas que surgen de la segregación socioespacial son los siguientes: “la desintegración social, lo cual es considerado perjudicial, especialmente para los grupos pobres, que poseen menos chances de movilidad social.”

En general, en los barrios de menores recursos económicos se encuentran problemas como “el bajo rendimiento escolar, el desempleo, el embarazo adolescente, la exclusión y discriminación social, el degradamiento ambiental y deterioro urbanístico-habitacional, la desprotección social, la delincuencia y la drogadicción” (VARGAS Y ROYUELA, 2077; SABATINI, 2003; KATZMAN, 1999).

Existe un modelo característico de segregación para las ciudades de América Latina que se parece mucho al de las ciudades europeas, ya que en las áreas centrales se concentran los núcleos de mayor poder adquisitivo, donde además se encuentran las mejores condiciones de infraestructura y la posibilidad de acceder más fácilmente a bienes y servicios y a viviendas de mejores condiciones. A medida que nos alejamos de la zona central se puede ver cómo se va deteriorando la ciudad, menor acceso a la infraestructura, acceso a los servicios y menor acceso al transporte.

“Esta pauta global no escapa a las ciudades intermedias bonaerenses que fueron configurando un patrón de segregación similar a las “ciudades preindustriales” expuestas por SIOBERG (1960), caracterizada por una marcada concentración espacial de las clases altas y medias ascendentes en el centro histórico (típico del diseño colonial) y una marcada dispersión periférica de los estratos socioeconómicos más bajos.”

Las consecuencias de la segregación socioespacial

Uno de los enfoques más característicos sobre los efectos que la unidad vecinal posee sobre el comportamiento individual de los habitantes es el que analiza las asociaciones entre el espacio residencial circundante y el proceso de desarrollo de los niños y jóvenes (FLORES, 2003). En estos estudios el primer mecanismo de influencia detectado se relaciona con el proceso de difusión de comportamientos entre un individuo y otro.

Este proceso de contagio y legitimación opera a través del llamado “efecto de pares”, y plantea que la concentración de comportamientos disfuncionales (inactividad, deserción escolar, embarazo adolescente) asociado a la situación de concentración espacial de la pobreza tiende a aumentar la probabilidad de que una persona que vive constantemente expuesta a estas condiciones, presente también comportamientos disfuncionales.

El segundo mecanismo se conoce como el proceso de socialización colectiva, por el cual los adultos de la comunidad actúan como modelos de rol para los miembros más jóvenes. El tercer mecanismo es el proceso de socialización institucional. Este proceso subraya el efecto que tienen los adultos pertenecientes a las instituciones que sirven a las comunidades segregadas.

La segregación socioespacial posee también consecuencias respecto de la inserción de los individuos al mercado laboral como producto del desajuste espacial (KEIN, 2004) entre las oportunidades de empleo y la ubicación residencial de la población de bajos ingresos.

En primer lugar, se argumenta que la lejanía espacial entre la oferta y la demanda por empleo implica tiempos de viaje más largos, lo cual desincentiva a la oferta laboral a aceptar empleos en sitios extremadamente distantes de su residencia, dado que el costo (en tiempo y dinero) de transporte no justificarían el salario mínimo que la persona estaría percibiendo (IHLANFELDT Y SJOQUIST, 1990).

El segundo mecanismo que explica el desajuste espacial en el mercado laboral es la discriminación o estigma: los empleadores tendrían prejuicios respecto de quienes contratan (LEONARD, 1987), ya sea trabajadores de minorías raciales o de estatus socioeconómico más bajo. El tercer mecanismo que posibilita este desajuste espacial en el mercado laboral se refiere a las asimetrías de información para la búsqueda de empleo. Los pobres segregados tienen menos oportunidades de acceder a “activos” de capital social (individual, colectivo y cívico) y el aislamiento social favorece la formación de subculturas marginales.

Medidas de segregación y correlación espacial

En principio fue necesario obtener medidas locales de segregación socioespacial para cada una de las unidades de análisis (radios censales) en las áreas urbanas seleccionadas, resultando apropiado aplicar para tal fin el índice de segregación espacial areal (ISEA) que se define de la siguiente forma (BUZAI, 2003): ISEA=biai.

Donde ISEA ab es el índice de segregación espacial local para la categoría poblacional b respecto del total de población a; ai es el porcentaje de población que contiene cada unidad espacial; bi es el porcentaje del grupo de población en cuestión.

Los ISEA<1 corresponden a poblaciones en las cuales la proporción de población total es mayor que la del grupo en cuestión, un ISEA=1 se presenta en los casos en que las proporciones se distribuyen de forma similar y un ISEA>1 donde existe segregación del grupo poblacional, tanto mayor cuanto más lejano el valor uno se encuentre el resultado.

Para interpretar los coeficientes de un modo general y siguiendo a ESTEBANEZ y BRADSHAW (1979), diremos que existe un grado de correlación alta entre dos variables cuando los valores se encuentran entre 0,7 y 1, correlación media entre 0,4 y 0,7, correlación baja entre 0,2 y 0,4 y correlación despreciable cuando el valor está por debajo del 0,2.

Para la medición de segregación socioespacial se emplea como variable representativa de la estratificación social la calificación de las ocupaciones propuesta por el INDEC sobre la base del Clasificador Nacional de Ocupaciones (CON, 1991 y 2001). Se trata de una variable objetiva del proceso de trabajo, que mide la complejidad de las acciones desplegadas en dicho proceso. Las calificaciones se desagregan en (INDEC, 2001):

  • Calificación profesional (CP): son aquellas en las que se realizan tareas múltiples, diversas y de secuencia cambiante, que suponen conocimientos teóricos de orden general y específico acerca de las propiedades y características de los objetos e instrumentos de trabajo y de las leyes y reglas que rigen los procesos. Estas ocupaciones requieren conocimientos adquiridos por capacitación formal específica y por experiencia laboral equivalente.
  • Calificación técnica (CT): son aquellas en las que se realizan tareas generalmente múltiples, diversas y de secuencia cambiante que suponen paralelamente habilidades manipulativas y conocimientos teóricos de orden específico acerca de las propiedades y características de los objetos e instrumentos de trabajo y de las reglas específicas que rigen los procesos involucrados. Estas ocupaciones requieren conocimientos y habilidades específicas adquiridos por capacitación formal previa o experiencia laboral equivalente.
  • Calificación operativa (CO): son aquellas en las que se realizan tareas de cierta secuencia y variedad que suponen atención, rapidez y habilidades manipulativas, así como ciertos conocimientos específicos acerca de las propiedades de los objetos e instrumentos utilizados. Estas ocupaciones requieren conocimientos y habilidades específicas adquiridas por capacitación previa o experiencia laboral.
  • No calificada (NC): son aquellas en las que se realizan tareas de escasa diversidad, utilizando objetos e instrumentos simples o, en muchos casos, el propio cuerpo del trabajador. Estas ocupaciones no requieren habilidades o conocimientos previos para su ejercicio, salvo algunas breves instrucciones de inicio.

Las secuelas de la segregación socioespacial durante la década de los 90 en Olavarría

No obstante, nos resultaba interesante también conocer si la especialización económica de cada una de ellas presentaba alguna influencia en el proceso de segregación socioespacial urbana y sus consecuencias. Por ello, el rasgo distintivo está asociado a las actividades económicas que sostienen y dinamizan su crecimiento.

En este sentido, si bien es innegable la calidad de las tierras que conforman el partido de Olavarría, como un recurso de potencial importancia para la promoción de actividades ganaderas y agrícolas, es indudable que la actividad central que la posicionó en la red urbana nacional fue la actividad minera. A grandes rasgos podemos afirmar que la ciudad de Olavarría posee una economía urbana centrada en la actividad industrial relacionada con el sector de la construcción, la cual representaba, para el año 1993, el 33,2 % del Producto Bruto Geográfico (PBG) y para el año 2003, un 30 % de su PBG.

Además, se observa que entre 1991 y 2001 la incidencia de la segregación en los niveles secundario y superior/universitario estaría aumentando en especial en los extremos de los grupos socio-ocupacionales, lo que indicaría que la negatividad de la segregación socioespacial con respecto a la deserción educativa no solo se manifiesta en forma estructural, sino que se estaría agudizando durante la década considerada.

Se observa también una muy alta correlación entre la segregación socioespacial y la cobertura de salud con valores de r superiores a 0.7 en ambas décadas, lo que corroboraría otra de las consecuencias negativas asociadas al fenómeno, la de la inseguridad social asociada a la falta de cobertura de atención de la salud familiar. El signo positivo sobre la aglomeración de población ocupada en tareas profesionales y técnicas indica un alto porcentaje de cobertura de salud en dichas áreas residenciales; mientras que el signo negativo para la segregación de desocupados y no calificados indica una relación inversa.

La consecuencia sobre la maternidad adolescente presenta sus características. Para el caso de Olavarría, esta asociación aparece con más fuerza e inclusive se agudiza en el trascurso de la década alcanzando un valor de r de 0.6 según los grupos socio ocupacionales.

La irregularidad de tenencia, el hacinamiento crítico y las condiciones deficitarias de la vivienda presentan una clara correlación espacial con la aglomeración de grupos sociales según niveles de ingreso, siendo negativa esta correlación para los grupos profesionales y sobre todo técnicos (r alrededor de – 0.6) y positiva para los barrios donde se aglomeran los ocupados no calificados y desocupados (r alrededor de 0.6).

Gráficos

En la imagen se grafica la asociación existente entre el ISEA para desocupados y la tasa de maternidad adolescente para la ciudad de Olavarría. En la representación cartográfica, se observa claramente que las áreas urbanas que presentan la mayor tasa de maternidad adolescente y mayor índice se segregación de población desocupada corresponden a los sectores norte, nordeste y sur de la ciudad, en las inmediaciones de los barrios ACUPO, El Progreso, Lourdes, Isaura y Provincias Unidas, respectivamente.

Por su parte, los radios censales con valores bajos se localizan en el micro y macrocentro, delimitados por las vías del ferrocarril hacia el sudeste y el arroyo Tapalqué hacia el noroeste y los barrios periféricos de altos ingresos en los extremos noroeste (Parque Arano) y sudeste (sector de quintas en torno a la autopista Luciano Fortabat).

Conclusión

A partir de las técnicas de análisis implementadas fue posible corroborar y cuantificar en las ciudades de Olavarría, Pergamino y Tandil los diferentes grados de asociación entre la intensidad de la segregación socioespacial y algunas consecuencias sociohabitacionales, como la deserción a los diferentes niveles educativos, la inseguridad social, la maternidad adolescente y el degradamiento urbanístico-habitacional, especialmente centrado en las características habitacionales (hacinamiento y condiciones deficitarias) y no tanto en lo urbanístico.

En términos generales los datos mostrarían que, durante la década neoliberal caracterizada por un incremento de las desigualdades entre los grupos sociales, las consecuencias negativas de la segregación socioespacial se han profundizado notoriamente.

La cartografía temática asociada a los gráficos de dispersión permitió visualizar la disposición espacial de las áreas residenciales según estratos sociales y el comportamiento de las variables que indican problemas sociohabitacionales. Esto demuestra una clara tendencia a la distribución polarizada y falta de integración de la población en áreas específicas del espacio urbano según las posibilidades de inserción en el mercado laboral y una aglomeración de los problemas sociohabitacionales mencionados en las áreas residenciales de menores ingresos.

A la luz de lo expuesto pareciera que un individuo que reside en un barrio específico es muy probable que pertenezca a un tipo particular de familia y que se encuentre expuesto a un conjunto particular de estímulos y consecuencias extrafamiliares. La configuración barrial influye aún en el comportamiento humano porque la población se encuentra segregada en las diferentes unidades vecinales de la ciudad de un modo sistemático, no aleatorio, y porque la probabilidad de contacto, aun en el período actual, sigue dependiendo y variando en función de la distancia.

Esto demuestra que los efectos de la diferenciación residencial son de gran alcance; por esa razón es importante seguir analizando las bases sobre las que descansa la segregación socioespacial y las consecuencias de este patrón residencial. La comprensión de los problemas sociales en áreas segregadas permitirá diseñar e implementar políticas (multidimensionales) adecuadas para contrarrestar las desigualdades socioespaciales que caracterizan a las ciudades argentinas.

Este preliminar abordaje sobre las consecuencias de la segregación socioespacial no pretende cubrir todo el espectro de esta problemática, más bien constituye un comienzo que deberá ser complementado en investigaciones posteriores al menos en cuatro aspectos: aumentar el número de ciudades y rangos urbanos estudiados que permitan generalizar la hipótesis de las consecuencias de la segregación; incluir un número mayor de variables que permitan analizar otras dimensiones de las consecuencias atribuidas a la segregación socioespacial, como por ejemplo la exclusión y discriminación social, el degradamiento ambiental, la delincuencia y la drogadicción; ampliar el período de análisis a partir de la nueva información suministrada por los censos, que permitirá corroborar cuán coyunturales o estructurales son los efectos de la segregación socioespacial y, finalmente, introducir una metodología que permita conocer las relaciones o conexiones extrabarriales de la población, para corroborar de forma más rigurosa el grado de influencia del entorno residencial próximo y si la vinculación extrabarrial actúa como un contrapeso social en las consecuencias de la segregación espacial.

Fuente: cdnoticias.com