El dolor por la muerte de Blanca Vicuña todavía sigue ahí y el golpe que significó para el mundo del espectáculo aún se siente. La hija de Carolina Pampita Ardohain y Benjamín Vicuña murió el 8 de septiembre de 2012 y su familia la recuerda cómo quiere y puede. A 11 años de su fallecimiento, el actor chileno publicó un homenaje muy especial, a horas de la misa que llevarán a cabo en su memoria.
Mientras se encuentra en República Dominicana, adonde viajó para grabar una ficción, Vicuña eligió recordar a Blanquita con una foto muy especial. En la imagen se ve un ramo de flores blancas, en alusión al nombre de la nena que murió a los seis años de edad, tras contraer una bacteria que le causó una infección generalizada.
En la imagen, Vicuña agregó la frase: “Flores blancas en tu nombre”. Al rato, publicó otra imagen en la que aparecen sus hijos más chicos: Benicio, el menor que tuvo con Pampita, y Magnolia y Amancio, frutos de su relación con Eugenia Suárez, mientras miraban una película en el living de su casa. Entonces en el video sse ve una foto de Blanca junto a una vela encendida y luego la grabación se mueve para enfocar a los tres pequeños.
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“Todos los días, todos”, escribió en la grabación para enviar el mensaje en memoria de su hija. No es el único homenaje que le hizo en estos años y tampoco el más grande. Tal vez, el libro para Blanca sea lo más profundo que el chileno escribió para recordarla. Se llama Blanca, la niña que quería volar, y ahí relató lo que vivió durante los últimos días de vida de la chiquita.
Pero también le dio lugar a las palabras de su ex, Pampita, que afirmó en esas líneas: “No hay día en el que no me sienta desesperada. Las lágrimas no se acaban y los gemidos de dolor tampoco. Es como si el tiempo se hubiera detenido y mi cuerpo se moviera, pero mi alma estuviese estancada en el fondo de un pozo ciego. Mi Blanca hermosa, me vuelve a la mente tu dibujo volando con alas y los corazones que iluminan. ¿Qué quisiste decir? ¿Acaso sabías que te irías? ¡Cómo no lo supe! Te hubiese besado y retenido entre mis brazos sin soltarte, desafiando hasta a Dios si hubiese sido necesario”.
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Y continuó en medio del dolor: “Las fotos que tengo me matan, pero también me encantan. Las que tengo en el teléfono las miro todo el tiempo… Estaba tan grande y hermosa. El último tiempo no paraba de admirar esa belleza en la que se estaba convirtiendo. ¡Se lo dije tanto en el viaje a México! Y también en la clínica los primeros días”.
Por su parte, Vicuña había escrito: “Este libro es un tributo a mi hija y una expresión desbordada y honesta de la experiencia que me tocó vivir. Una tragedia que me atravesó como un rayo y me dejó vacío. Me costó años asimilarla y de alguna manera sigo transitando el desierto, pero seguí viviendo”.
En ese punto, escribió: “En estas páginas hablo acerca de mi niña y mis pesares. También de las herramientas que me sirvieron para iluminar noches oscuras. Espero que puedan servirle a alguien. Que quienes están atravesando una pérdida, sufriendo o acompañando un duelo, puedan encontrar algo de alivio y esperanza. Una pequeña luz en mitad del océano cuando no vemos la orilla”.
Contenido original de BigBang News