Enólogas, sommeliers y comunicadoras

Por Silvina Baldino

VALERIA GAMPER

Su nombre está en boca de todos. Recientemente, la sommelier argentina logró el sexto puesto en el Concurso Mejor Sommelier del Mundo, que se realizó en París. Fue Mejor Sommelier de Argentina en 2019, Mejor Sommelier de las Américas en 2021 y ahora ingresó en la élite mundial de su profesión.

Egresada del Centro Argentino de Vinos y Espirituosas (CAVE), esta porteña de 38 años vive desde hace tres años en Pamplona, España, y trabaja en El Molino de Urdániz, un restaurante con dos estrellas Michelin.

“Tengo claro que hay que seguir trabajando y buscando cosas nuevas. Siempre es bueno probarse a uno mismo y ver hasta dónde puede llegar”, dice, mientras sueña con abrir su propio wine bar para catas y comunicación en España.

–¿Creés que el mundo del vino dejó de ser estrictamente masculino?

–El mundo es masculino, lamentablemente, y el vino no escapa de eso. De todas maneras, en la Argentina sucede algo muy particular: la carrera de sommelier la trajo una mujer al país. Yo estudié en una escuela fundada por mujeres, con docentes mujeres, y hoy hay grandes enólogas, bartenders, periodistas. En el vino argentino, la mujer es la norma. Afuera no es tan así, podés encontrarte con una entrevista desubicada o con un cliente que pide un sommelier hombre cuando te acercás a la mesa, por eso tenemos que trabajar para dar el ejemplo.

ANDREA DONADIO

Andy Donadio estudiaba Gastronomía cuando, por esas casualidades de la vida, un amigo de la infancia la contactó para trabajar en su vinoteca. Fue en ese momento que comenzó un largo recorrido de aprendizaje (actualmente es egresada del CAVE), que dio sus frutos en diciembre de 2022 con el título de Mejor Sommelier de Argentina.

Ese flamante reconocimiento otorgado en Mendoza por la Asociación Argentina de Sommeliers la llevó a competir en el Mundial de París junto a colegas como Valeria Gamper. “Fue una experiencia muy importante, mi primera participación en un concurso internacional, así que me sirvió para medir mi nivel. Fue muy motivante conocer colegas de todo el mundo”, cuenta.

A lo largo de su carrera, Andy trabajó más de una década en restaurantes de Buenos Aires (Oporto y El Baqueano) y en el exterior (Martín Berasategui en País Vasco y Michel et Sebastian Bras en Francia), y se puso al frente de un proyecto personal: Tinte, una tienda de vinos en el barrio de Núñez, desde donde también arma cavas y cartas para restaurantes.

–Desde tu experiencia internacional, ¿cómo ves el avance de la mujer en el mundo del vino?

En la Argentina hay un fenómeno que no se ve en otras partes del mundo: está normalizado que haya mujeres en el mundo del vino, y por eso siempre pude desempeñarme con total libertad. En otros países, el rol de la mujer en la sommellerie es más cuestionable y te hacen notar las diferencias de género, aunque no existan.

MARISOL DE LA FUENTE

Un viaje a Mendoza en 2014 la llevó a vincularse con el mundo del vino. Tanto, que a su regreso se anotó en la carrera de Sommelier, algo que luego complementó con las profesiones de marketing y comunicación corporativa. Hoy ofrece cursos, catas y es speaker: desde sus redes sociales (pueden encontrarla en Instagram como @solsommelier) interactúa constantemente con enólogos y especialistas, así como también en distintos espacios audiovisuales.

¿Lo mejor? Tiene su propio podcast: Vinimos. “El mayor desafío para un comunicador es mostrar que aquello que parece lejano o incomprensible se puede describir de manera sencilla y divertida sin dejar de ser fidedigno. Creo que para ser serio no es necesario ser solemne”, asegura.

A la hora de reconocer las grandes inquietudes del público argentino en relación con el vino, Marisol cuenta que hay muchas consultas asociadas a lo que ella llama “los mitos del vino”. “¿A qué temperatura se consume? ¿Los blancos hacen doler la cabeza y los rosados se producen con lo que sobra de los tintos? ¿Los vinos más caros son los mejores? Estas son algunas de las consultas más habituales”, revela.

–¿Qué consejo les darías a las mujeres que quieren dar sus primeros pasos en la degustación de vinos?

Mi consejo es que vayan paso por paso. No se arranca con un tinto evolucionado y complejo, es mejor ir entrenando el paladar y los sentidos. Nuestros vinos de Torrontés son una gran puerta de entrada, lo mismo que los rosados y los tintos jóvenes. Luego habrá tiempo para ir entendiendo la complejidad de cada cepa, de cada terruño. Lo más importante es no tener miedo; el vino tiene que ver con los sentidos, con la sensibilidad, y es un espacio que, al menos para mí, debe ser de disfrute.

PAULA LICO

Paula Lico nació en Salta, estudió Abogacía y desarrolló su profesión en La Plata. Pero cuando empezó a sentir que la rutina la ahogaba, decidió pegar un volantazo. “Hablé con una prima que trabajaba con vinos en Salta, y me recomendó dos cosas: empezar a comprar vinos de bodegas salteñas para comercializarlos en La Plata y, lo más importante, estudiar. Asistí a mi primera clase de un curso introductorio y la cabeza me estalló. Entendí que era un camino de ida, que hay algo tan fascinante, nerd, pero a la vez hedonista en la propuesta de la sommellerie que para mí no había vuelta atrás”, cuenta.

Hoy Paula es la presidenta de la Asociación Civil de Sommeliers de la Provincia de Buenos Aires, y además tiene su propio proyecto vinculado con el vino: La Posta de las Brujas, un espacio gestado por mujeres que se dedica exclusivamente a la venta y cata de vinos del NOA. “Mendoza es el epicentro vitivinícola porque produce cerca del 80% de los vinos de todo el país; la región de Cuyo, alrededor del 90%. Salta no llega al 4%. Sin embargo, la percepción del consumidor es distinta. Hay una fuerte presencia de vinos salteños en góndolas y una buena comunicación de los productores. Es que Salta tiene una magia única: no es solo el vino, es la provincia de grandes poetas, de músicos, del tiempo detenido en los pueblitos de los valles. Es tradición, es identidad, pero también es movimiento. La Posta siempre trató de traer un pedacito de Salta a Buenos Aires.”

–¿Creés que hoy la mujer tiene más posibilidades de crecer en el mundo vitivinícola?

–Por momentos, sí; veo cómo el ojo se afina y empezamos a prestar más atención en los eventos a la conformación de mesas de expositores, por ejemplo. Pero veo una diferencia entre los sommeliers con respecto a los enólogos o propietarios de bodegas. En el segundo caso es mucho más visible el techo de cristal.

MARÍA CELESTE ALVARO

Celeste Alvaro nació en Mendoza y desde muy pequeña tuvo contacto con la industria vitivinícola. Su padre, siempre vinculado a las bodegas, fue quien le transmitió su pasión por el tema. Después de estudiar Enología, en 2016 se inició como winemaker y lanzó una línea de vinos de identidad disruptiva, La Mala María, inspirada en las tres hermanas mujeres de la familia: María Celeste, María Belén y María Noelia.

“Cuando trabajé para otras bodegas, mis tareas estaban netamente vinculadas con la enología, como el ingreso de la uva en la bodega o los procesos de vinificación. Hoy mi trabajo engloba el cien por ciento del producto: va desde la elección de la uva hasta el diseño artístico de las etiquetas”, cuenta la winemaker, que en 2020 expandió su negocio y comenzó a elaborar vermú. “Somos la primera bodega de autor en elaborar vermú en su propia fábrica, algo que nos permitió captar un público y rango etario nuevo.”

–En este recorrido, ¿se te presentaron obstáculos por ser mujer?

–Obstáculos nunca; lo que sí noto es que los ingresos que tuve siempre fueron menores que los de mis compañeros hombres. Anhelo que algún día haya la misma cantidad de hombres y mujeres en posiciones estratégicas.

–¿Notás cambios en la industria del vino ante la irrupción de mujeres consumidoras?

–Sí, definitivamente. Ellas tienen clarísimo lo que les gusta y persiguen inquietudes nuevas. Quieren conocer otras variedades, vinos de distintas zonas. Como winemaker, esta jerarquización del cliente me demanda un aprendizaje continuo.

Texto: Silvina Baldino

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