En el barrio lo recuerdan como "buen vecino", pero advierten que luego mostró que estaba “lleno de demonios”. El hijo con problemas mentales que escondía y cuyo cuidado fue confiado a las monjas francesas Duquet y Domon. La militancia católica y su negativa a interceder por exvecinos y compañeros de grupos religiosos que estaban desaparecidos.
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