Más allá de Shakira: la eterna historia de las canciones de revancha

La revancha es un plato que se disfruta ruidoso. Al menos si se es un/a cantante que quiere causar impresión en los rankings y revalidar las credenciales como estrella pop. Esa es la lógica detrás de la "Bizarrap Session 53" de Shakira. Es la misma detrás del single de regreso de Miley Cyrus "Flowers". La enfant terrible del pop rompe un silencio de tres años con el lanzamiento de la canción, el 13 de enero. Es también el cumpleaños de su ex pareja Liam Hemsworth, de quien se divorció en enero de 2020 tras dos años de matrimonio.

¿Coincidencia? No si se tienen en cuenta los adelantos de la letra que la cantante ofreció en Instagram. “I can love me better than you” ("Puedo amarme mejor que vos") canta Cyrus, con su ronca voz astillada por la emoción. ¿Pero fue el deseo de compartir su dolor amoroso la única motivación? Cyrus nunca fue una artista que hiciera las cosas a medias, y estará ansiosa por cimentar la aclamación lograda por su disco de 2020 Plastic Hearts. ¿Espera recargar su regreso con una canción de corazones rotos cargada de insultos?

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No sería la primera en adoptar esa estrategia (al single le seguirá el lanzamiento de un nuevo álbum, Endless Summer Vacation, el 10 de marzo). Hay una historia secreta de estrellas pop que usan las canciones de revancha para ayudar al ascenso en el palo enjabonado de la música. Según esa lógica, ante la duda destrozá a tu ex, y verás cómo el público corre pidiendo más.

Se puede considerar a varias grandes estrellas, y reflexionar sobre sus canciones más conocidas. ¿Taylor Swift? Hasta la obra maestra que lanzó el año pasado y que es una reflexión sobre las crisis de la mediana edad, Midnights, sus mayores éxitos fueron invariablemente aquellos en los que disparó munición gruesa contra antiguos novios. Un caso es “We Are Never Ever Getting Back Together”, canción cargada de vituperios con la que cerró cada noche de su última gran gira mundial, en 2018. Era su gruñido saludo a un ex que, en su relato, la había tratado como una muñeca de trapo emocional, para ser tomada y descartada cuando quisiera.

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Los rumores señalan al actor Jake Gyllenhall, con quien Swift estuvo involucrada durante tres meses en 2010. Ella no confirmó ni negó la especulación. Más allá del misterio, la letra no tiene miedo a meterse en detalles específicos. Por ejemplo, Swift recuerda cómo su novio desdeñaba sus canciones: “You would hide away and find your peace of mind/ With some indie record that’s much cooler than mine” ("Podías esconderte y encontrar la paz mental / con algún disco indie mucho más cool que el mío"). "Es un retrato definitivo de cómo me sentí cuando finalmente dejó de importarme lo que pensara mi ex de mí", le dijo ella a USA Today. "Me hizo sentir que no era tan buena o relevante como esas bandas hipster que él escuchaba… así que hice una canción que sabía que lo iba a volver absolutamente loco cuando la escuchara en la radio."

Se puede llenar todo un libro con la lista de las canciones de venganza de Swift. Allí se incluye "Dear John", supuestamente sobre John Mayer, con quien salió cuando ella tenía 19 años y él 32. Y "Bad Blood", no sobre algo romántico sino sobre su disputa con Katy Perry, con quien se peleó cuando ambas intentaron contratar al mismo bailarín para sus giras.

El público swiftie sostiene que su heroína reinventa el pop cada vez que se para frente al micrófono. La verdad es que, en términos de demoler a ex parejas horribles, está sentada en los hombros de gigantes. Una que estuvo -levemente- antes es Beyoncé. La responsable de Renaissance es hoy día la indiscutible Reina del Pop, pero a comienzos de su carrera solista no era el caso. Se necesitó un frío y filoso himno de revancha para confirmar sus status como una de las más grandes artistas de su generación.

B’Day, el segundo disco de Beyoncé, se había tambaleado en su lanzamiento en 2006. Los singles “Déjà Vu” y “Ring the Alarm” habían pasado sin dejar marcas. Había interrogantes sobre lo viable que podía ser Beyoncé como solista, especialmente viniendo de una exitosa gira mundial con Destiny's Child un año antes. ¿Era preferible que se hubiera mantenido como integrante de un exitosísimo grupo femenino?

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Entonces lanzó la maravillosamente vindicativa “Irreplaceable”. Una sentimental canción que prende fuego a los recuerdos de una mala relación con un compañero tramposo. "Todo lo tuyo está en el cajón de la izquierda / El armario es todo mío", declamó sobre una animada guitarra española. Había nacido la reina.

La potencia de una buena canción de venganza no se perdió en Beyoncé. “Irreplaceable” allanó el camino para esa declaración artística definitiva que fue Lemonade en 2016. Fue un épico despellejamiento de su marido Jay-Z, tras su supuesto acto de infidelidad. Y le dio el único premio que a esa altura le faltaba obtener: la aclamación universal de la crítica.

Pero quizá el más explícito y notorio ejemplo del potencial comercial de la venganza es "Cry Me a River", lanzado por Justin Timberlake en 2002. Quintaesencial momento de "antes y después", selló la transformación del ex líder de 'N Sync de mero artista romántico a Artista Serio. Las críticas a Timberlake pasaron porque aceleró su carrera sacrificando a su ex, Britney Spears. La letra de "Cry Me a River" está inspirada en su ruptura con ella. De todos modos, Timberlake hizo explícito lo implícito en el video que acompañó la canción, en la que se veía a una bailarina no solo vestida y maquillada para parecerse a Britney Spears, sino que estaba filmado de manera que sugería que ella le había sido infiel, como se rumoreaba en los tabloides. En el momento, el video sirvió a su propósito, pintando a Spears como la rompecorazones y a Timberlake como el inocente y naif novio.

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Veinte años después, la culpabilización de Spears luce muy diferente. Lejos de ser visto como la parte engañada, Timberlake es ahora visto como un matón, lavando sus trapitos sucios frente a todo el mundo. El también llegó a esa conclusión: en 2021 se disculpó públicamente con Spears. Y aún así no estaba pisando terreno nuevo. Su falta de generosidad con Britney fue parte de una tradición de artistas masculinos aprovechándose de sus ex.

"Bob Dylan fue un maestro en ese arte a comienzos de su carrera", dice Helen Brown, crítica de música de The Independent. "'Adiós' es una palabra demasiado buena, nena' , se burló en ‘Don’t Think Twice, It’s All Right’ (1963), probablemente refiriéndose a su novia ocasional Suze Rotolo, que apareció junto a Dylan en la portada de The Freewheelin’ Bob Dylan, el disco en el que aparecía la canción". Dylan tuvo un poco de su propio medicina, continúa Brown, cuando otra novia, Joan Baez, escribió en 1972 su propia canción sobre el tiempo que pasó con "el sucio fenómeno".

“‘Diamonds and Rust’ expuso al futuro Premio Nobel como un amante emocionalmente inaccesible que usó su destreza verbal para mantener las cosas vagas", dice Brown. "Aunque cuando Baez conoció a Dylan ella era la estrella mayor, para el momento en que escribió 'Diamonds and Rust' golpeaba a alguien más arriba, y eso es importante si querés atraer a la audiencia. Y aunque Justin Timberlake impulsó su carrera solista con 'Cry Me a River' en 2002, usando un video que sugería fuertemente que su ex, y en ese momento estrella mayor Britney Spears, lo había engañado, fue forzado a pedirle disculpas luego de que el documental Framing Britney Spears lo acusara de utilizar la separación como arma para levantar su propio perfil en una industria misógina."

Si la reputación de Timberlake sufrió consecuencias, puede consolarse sabiendo que no está solo en eso de traer a un ex amor a la palestra. Aun el impecable Ed Sheeran lo ha hecho con su canción de 2014 "Don't", sobre el supuesto engaño de su novia Ellie Goulding con Niall Horan de One Direction (Goulding lo ha negado). Allí trina furiosamente que "conocí a esta chica el año pasado… pero ella solo estaba buscando un amante para quemar". Hay muchas especulaciones sobre la identidad de la mujer, y aunque Sheeran nunca dio nombres dice que la canción está inspirada en hechos reales.

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"'Don't' es 100 por ciento verdadera", le dijo Sheeran a la revista Billboard. "Podría haberlo hecho más horrible, hay mucha más mierda que quedó afuera. Estuve viendo a alguien por un tiempo, y terminó físicamente involucrada con uno de mis amigos en el mismo hotel en el que estábamos parando, mientras yo estaba abajo. Pensé que tenés que tratar a la gente como querés que te traten."

Estos son solo algunos ejemplos. Hay muchísimos otros, de “Song For the Dumped” de Ben Folds Five a “Shout Out to My Ex”, de Little Mix, pasando por los mejores momentos de Rumours de Fleetwood Mac (en el que los miembros de la banda trabajaron duro para herirse unos a otros). La pregunta, entonces, es por qué estas canciones nos hablan a todos. Quizá es por la agudeza de la emoción. Hoy el pop puede sentirse homogéneo, con un puñado de productores y compositores moldeando la estética del género (por ejemplo Max Martin, quien coescribió “We Are Never Ever Getting Back Together” con Swift, es también autor de “Baby One More Time”, de Britney)

Pero cada ruptura es única. El dolor que Cyrus experimentó en el fin de su matrimonio es muy diferente al que sintió Swift cuando Gyllenhaal supuestamente le dijo que prefería el indie rock a sus canciones. Esto le da a cada canción su propia personalidad. Además, la bronca vende. Y quizás que nos recuerden que aun las glamorosas estrellas pop son abandonadas y engañadas, y acunan resentimientos hacia la persona que atropelló su dignidad, restaura nuestra fe en la naturaleza humana. En otras palabras, son como nosotros.

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No es un fenómeno nuevo. La carrera solista de Nancy Sinatra ya había sido dada por terminada cuando lanzó “These Boots Are Made For Walkin’”, en 1966. Su anterior single, "So Long, Babe", había fracasado. Se suponía que la hija de Frank Sinatra había desperdiciado su gran chance. Entonces llegó "These Boots", con esa letra que la aprieta las clavijas a un amante controlador. Con ello se ganó la inmortalidad pop.

El mismo truco fue replicado media década después por Carly Simon. Aun con su privilegiado historial -su padre fue el cofundador de la editorial Simon and Schuster-, ella es reconocida como una de las más grandes artistas femeninas de su era, colega a la altura de Joni Mitchell y Carole King. Pero ¿cuál es la primera canción que aparece al mencionarla? La respuesta, inevitablemente, es “You’re So Vain”, de 1972: un golpe con la fuerza de un huracán hacia el tipo que se considera un regalo de Dios, para la mujer específicamente y para la humanidad en general.

Durante décadas abundaron las especulaciones sobre a quién se refiere la canción. Simon ha mantenido el secreto (aunque le susurró el nombre al ganador de una subasta benéfica de 50 mil dólares en 2003). Las sospechas han recaído en amantes como Mick Jagger y Warren Beatty (quien sigue convencido que es el objeto de la seca ira de Simon). También hay una teoría que señala al notoriamente despiadado magnate de la música David Geffen. La posibilidad más prosaica es que no trata de una estrella de rock o del cine específica, sino que está dirigida a los hombres en general. "Es un compilado de los hombres que Carly ha conocido, pero principalmente Warren Beatty", dijo Richard Perry, quien produjo la canción.

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Ninguna década demostró el poder de la canción de revancha más que los '90. En diferentes grados, Björk, Tori Amos y No Doubt han incursionado en ella. Y la carrera de Alanis Morissette está construida sobre la patada en el pecho de Jagged Little Pill (1995), un exigente acto de venganza contra un amante que engañó a la cantante. Con 33 millones de unidades vendidas, su búsqueda de revancha resultó muy lucrativa. También echa sombras sobre su ex novio, David Coulier, quien fue acosado por periodistas ansiosos por saber si era quien había destrozado el corazón de Alanis.

Que fuera el villano era una absoluta novedad para Coulier. Estaba en el auto escuchando la radio cuando sonó “You Oughta Know”, con su ácido derrame de versos como "Estoy acá para recordarte el desastre que dejaste cuando te fuiste". "Dije 'Wow, esa chica está enojada'. Y después dije 'Oh no, creo que es Alanis'", reveló Coulier. "Escuché la canción una y otra vez y dije 'Creo que realmente herí a esta persona'".

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Puede apuntarse que no todas estas canciones fueron trabajo de los artistas de quienes son sinónimo. “Irreplaceable” no fue escrita por Beyoncé sino por el músico Ne-Yo, y estaba inspirada en su tía, que no había dudado en mostrarle la puerta a un novio que la había engañado. “These Boots” fue escrita por Lee Hazlewood, quien había escuchado a unos borrachines en un bar burlándose de un compañero por su novia supuestamente controladora. El hombre respondió poniendo los pies sobre la mesa: "Soy el jefe de mi casa, y estas botas caminarán sobre ella el día que no lo sea".

Hazlewood consideró grabar la canción él mismo, pero sintió que era mejor para Sinatra. Ella coincidió. "Si la canta un tipo suena dura y abusiva, pero es perfecta para una piba." Nunca se sabrá, pero es probable que una versión de Hazlewood hubiera pasado a la historia como una curiosidad olvidable. Lo que la hace perdurable es la mezcla que consigue Sinatra de ingenio y amenaza. Lo mismo puede decirse de “Irreplaceable” y Beyoncé: el poder de la canción fluye de su descarga directo al estómago. El elemento de revancha es expresado no solo en la letra sino en el modo catártico en que la emite.

Habrá que ver si "Flowers" alcanza las cumbres de las grandes canciones del pasado. Aunque Cyrus haya cerrado su etapa con Hemsworth, los sentimientos claramente corren profundo. Tampoco es una artista que se muerda la lengua o busque la puerta trasera cuando puede patear la delantera. La canción de Shakira fijó records en YouTube y plataformas de streaming. No hay dudas de que la venganza resulta dulce. Y ruidosa.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Shakira (Imagen: EFE)

Artículo original de www.pagina12.com.ar

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